21 marzo, 2023

El dinero de la nada que nos hace más pobres y menos libres

                                                                                                                                                                          El diagnóstico parece claro: las quiebras recientes del banco de Silicon Valley y Credit Suisse, son el resultado y no el origen en si mismo de un problema que afecta a todo Occidente, que no es otro que la enorme crisis inflacionaria y de deuda por una irresponsabilidad de los gobiernos y de las autoridades económicas nacionales e internacionales que lo han permitido y fomentado.

 



Como editorializa el digital España Confidencial "las costuras del sistema se han desgarrado por la parte más débil del tejido, unos pequeños y agresivos bancos de Silicon Valley, pero el problema no es la caída de esos pequeños bancos sino el problema de fondo que su caso pone de manifiesto. Por si quedaba alguna duda llega Credit Suisse y confirma que el problema no son tres casos aislados de unos bancos en California. Hay una crisis que empieza a apuntarse y es una crisis provocada por la inflación y las consiguientes subidas rápidas e intensas de los tipos de interés, es una crisis general y es una crisis que, lógicamente, al comienzo afecta a las entidades más vulnerables, como el SVB o incluso la propia Credit Suisse, acosada hace tiempo por malas decisiones y diversos problemas".

Pero no es sólo una crisis bancaria, es algo peor, es una crisis de deuda. La mayoría de los países occidentales vivimos de prestado, porque hemos despilfarrado a diestra y siniestra en cosas inútiles, entre las que se incluyen los gastos políticos, cuya rentabilidad no es que sea cero, es que es negativa, se mire como se mire. El  que se ha gastado mal se refleja en nuestra decreciente productividad.

Hubo un antaño en que la emisión de moneda, el valor facial de cada billete estaba respaldado por su cantidad equivalente en oro. Como esto suponía un corsé para los gobiernos, se abrió la mano y los estados se arrogaron la facultad de imprimir más billetes que oro que lo respaldase. Se clausuraba la era del patrón-oro y se inauguraba la etapa del patrón de cambios-oro. Más tarde, llegó Nixon y acabó con el patrón de cambio-oro para declarar al dólar como el único valor de referencia para la inmensa mayoría de las monedas.

Pero, no sólo las autoridades monetarias creaban dinero a través de los bancos centrales  -ahora solamente  el BCE, el Banco Central Europeo tiene la facultad de imprimir euros- sino que también son creadores de dinero los bancos. ¿Qué otra cosa es lo que hace un banco privado cuando a usted le concede un crédito? Pues, por el simple hecho de plantar su firma ya se ha creado un deudor (el destinatario del préstamo) y por este sencillo procedimiento el banco se apunta la cuantía de la deuda en su activo y ya está. Tenga o no tenga activos suficientes para disponer de ese préstamo. Es decir, el banco prestamista ha creado dinero de la nada. No olvidemos también que la Reserva Federal americana es una entidad privada.

Otro tanto ha hecho el Banco Central Europeo, concediendo dinero a fondo perdido o créditos a tipos cero o negativos a gobiernos que luego lo han despilfarrado a manos llenas, por el simple método de darle a la manivela de imprimir e imprimir euros. La enorme masa monetaria, es decir, de dinero en circulación ha sido la causa primigenia de la crisis que todavía no está resuelta y a la que le quedan años en resolverse. De tanto darle a la manivela la inflación se disparó en el mismísimo momento en que se empezó a cerrar el grifo del crédito. El dinero, refugiado en bonos y demás papel público y semipúblico ha perdido, por cauda de las altas tasas de inflación, su valor y aquellos bancos llamados de inversión atiborrados de bonos, con inversiones a cuestas más que dudosas, han creado el pánico en sus accionistas y depositantes y de rebote en todo el sistema financiero de los países occidentales.

Ni que decir tiene que las altas tasa de inflación, aparte de un empobrecimiento especialmente de las clases medias y bajas de la población, incrementa el desempleo vía costes de producción y reducción de los márgenes empresariales. Muchas empresas y particulares con créditos pactados a tipo variable han tenido que dejar de hacer frente al pago de sus cuotas, disparando la morosidad de las entidades financieras.

El sistema financiero se quedó, como en el popular chascarrillo compuesto y sin novia, afectado por las altas inflaciones y cargado de deudas que han de pagar, a lo mejor en no toda su cuantía, por varias generaciones. Lo que se dice, lo peor de lo peor. Y dentro de lo peor es que de buena parte de esa deuda son tenedores regímenes no muy amigos de occidente, así como grandísimas y poderosísimas corporaciones globalistas.

No sólo es una inflación que corroe y empobrece a los ciudadanos de Occidente, ni la abultada deuda que pesa sobre nuestras espaldas y la de varias generaciones non natas que está en manos de gobiernos poco amigos y déspotas multimillonarios que nos quieren ver pobres y sumisos. La inflación nos ha hecho pobres, la deuda ciudadanos sumisos. Menos libres.

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