Por
Raimundo Hiriart *
Raimundo Hiriart *
La adecuada aplicación del IVA no
siempre se corresponde con la
disposición de un buen texto
jurídico y, en particular, con una severa acción fiscalizadora y sancionadora.
Naturalmente que ambas son piezas esenciales en su aplicación y desarrollo, pero, a mi juicio, y dicho con la más rotunda
humildad, tenemos que levantar la cabeza y observar qué ha sucedido, o sucede,
en otras latitudes que en su día se enfrentaron a una situación similar.
En los comienzos de los años sesenta,
en Chile, emulando como no a la república francesa, se ponía en marcha el IVA, Impuesto del Valor Añadido, como una
réplica de la TVA o Taxe de Valeur Ajoutée. Siendo aún muy niño, tengo presente en mi memoria que los días
primero de cada mes, en la mayoría de las casas que solía frecuentar, compraban
el periódico local (o se lo prestaban entre vecinos). Sacaban de una sencilla
caja un montón de facturas (allí llamadas boletas) y revisaban la página que
publicaba el Mº de Hacienda (allí, Servicio de Impuestos Internos), para comprobar
si alguna de las guardadas coincidía con una de la extensa lista que editaba
mensualmente la Administración a nivel provincial. Se llevaba a cabo, en cada
una de las divisiones administrativas, el ya popular y tradicional “sorteo”, con premios en metálico muy apetecibles. Toda esta parafernalia
conseguía dos objetivos; que los comercios se mentalizaran y esmeraran en
emitir la boleta en cuestión en cada
compra, entre otras razones
porque si su establecimiento era una de
los que aparecía como emisor de un documento premiado (nombre, fecha y monto de
la compra) constituía motivo de cierto
orgullo, o prestigio ciudadano. Por otra parte, los compradores, a su vez, en
caso de olvido, se encargarían de solicitar en cada operación, la factura
correspondiente.
Transcurridas unas cuatro décadas, y tras aprobar ambos las Oposiciones a la Administración General de Estado, marchamos de vacaciones un amigo y yo, desde Santander rumbo a aquel lejano país, que ya comenzaba a apuntar como uno de los calificados como emergentes de la zona. Realizando un trayecto en taxi por una de las principales y más atractivas avenidas de la capital, le pedí al taxista que se detuviera frente a una farmacia (allí son una especie de mini market). Efectuamos un par de compras y subimos al vehículo; el conductor procedía a reiniciar la marcha cuando se acercó, corriendo hacia nosotros, la dependienta que nos había atendido, bajé el cristal y me dice: “se le olvidaba su factura señor”. Mi amigo, como es lógico, ante la curiosa escena no entendía nada de lo que sucedía. Le expliqué entonces que seguramente algún inspector merodeaba por la zona vigilando con cierta discreción si los comercios daban o no las facturas o boletas de marras. Caso negativo, la multa impuesta era cuantiosa, llegando en ocasiones, por reiteración, hasta el cierre temporal del establecimiento (en los cuales se podía leer: Este local ha sido clausurado durante quince días por no emitir boleta de compra venta”). Aconsejaban también no arrojar el ticket a la papelera, dentro del local donde se había efectuado la compra.
Es probable que estas anécdotas no signifiquen mucho, vistas de manera aislada, pero a fe mía que en estos momentos, en España, Hacienda debería plantearse medidas (que no ocurrencias) tendentes a fomentar la petición y entrega de las facturas que incluyan el IVA, en cuyo caso, tal vez podría incentivarse cada vez más el cumplimiento de la legislación vigente; lo que desconozco es si nuestras taifas estarían por la labor, o se montaría un guirigay en la que cada una camparía por sus anchas, y ya se sabe; vuelta la burra al trigo.
* Raimundo Hiriart Le Bert desempeñó las funciones de Cónsul
General de España en Nouadhibou, República Islámica de Mauritania
1 comentario:
¿Cuánta gente pide facturas sin IVA?No se qué valor pueden tener para reclamar si no es un documento oficial ¿Cuánto puede favorecer esta situación a una economía sumergida? Como siempre, las leyes están favoreciendo todas estas picardías. Hay que denunciar a los políticos corruptos y hay que dar facilidades a los empresarios para que generen 'comercio' y no ponerles dificultades, para que cierren sus empresas.
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