Blanco, de (presunto) conseguidor a cacique
No ha mucho,. el ministro Blanco ha dicho de sí mismo en la refriega política electoral, que él es el ministro que más ha hecho por la provincia de Lugo y Galicia en menos tiempo. En otra ocasión, también ha dejado caer otra perla en relación con la llegada del AVE a Galicia y sobre la deuda histórica que tienen los gallegos con su persona por ser el hombre que hizo que este modo de transporte llegue a las tierras del fin del mundo, con esta megalómana frase: "quedará para la historia lo que hice por Galicia",, con patada a la sintaxis incluida.
El sentido caciquil de los políticos no ha cambiado un ápice desde el siglo XVIII y XIX acá. Todavía creen que el voto es un débito de los ciudadanos a los políticos. El célebre dicho "te doy para que me des", vótame para que te traiga el AVE a la puerta de tu casa, aunque eso sea el mayor despropósito del mundo. Quieren, quiere José Blanco, pasar a la historia y ser adulado y venerado por sus paisanos aunque ello les cueste a esos mismos paisanos y al resto de los contribuyentes españoles la hijuela. El truco es viejo: les mira profundamente a los ojos, les hipnotiza, les saca el dinero del bolsillo, les lleva 1/2 AVE, y luego les cuenta que él, y sólo él, es el benefactor y el que merece pasar al santoral de gallegos ilustres, con un par de estatuas incluidas, una en Palas de Rey y otra en Lugo capital, al lado de la estación del AVE de la señorita Pepis, que es el que allí rendirá viaje.
De esta concepción patrimonialista de la política al papel que ejercían los gurús de las tribus, los señores feudales y los más recientes caciques, prácticamente, no hay trecho. Todo muy arropado por el oropel de la modernidad, el minimalismo, el peloteo partidario, pero puro caciquismo.
Dice el refrán, ministro: "díme de que presumes y te diré de que careces". Aquellos que han tenido una vida profesional sólida, con formación incluida, sea de agricultor, magistrado, investigador, albañil, militar, o lo que sea, no corren detrás de la historia para ganarse un monolito de granito con busto incluido en su pueblo o hacen otras cosas peores.
Las cosas no están, ministro, como para zascandilear y meter bulla con aspiraciones a ser un prohombre y prócer cacique que va a pasar a la historia por ser el ministro que más ha hecho por su tierra. Tienes bastantes cosas alrededor que aunque todavía presuntas, ya empiezan a apestar. Como por ejemplo que se roben piezas periciales como los ordenadores y documentación de manera sospechosa, que unos individuos no identificados sigan a una pobre y valiente jueza de provincias, o que el fiscal general del gobierno, ese arrastra togas embarradas, sustituya al fiscal que tocaba en el caso por el fiscal jefe, que siempre es más manipulable. Cosas que hieden.
Ten cuidado, ministro, que de lo más alto a lo más bajo, de la gloria a la villanía, o del cero al infinito no hay nada. Ni un suspiro.
El sentido caciquil de los políticos no ha cambiado un ápice desde el siglo XVIII y XIX acá. Todavía creen que el voto es un débito de los ciudadanos a los políticos. El célebre dicho "te doy para que me des", vótame para que te traiga el AVE a la puerta de tu casa, aunque eso sea el mayor despropósito del mundo. Quieren, quiere José Blanco, pasar a la historia y ser adulado y venerado por sus paisanos aunque ello les cueste a esos mismos paisanos y al resto de los contribuyentes españoles la hijuela. El truco es viejo: les mira profundamente a los ojos, les hipnotiza, les saca el dinero del bolsillo, les lleva 1/2 AVE, y luego les cuenta que él, y sólo él, es el benefactor y el que merece pasar al santoral de gallegos ilustres, con un par de estatuas incluidas, una en Palas de Rey y otra en Lugo capital, al lado de la estación del AVE de la señorita Pepis, que es el que allí rendirá viaje.
De esta concepción patrimonialista de la política al papel que ejercían los gurús de las tribus, los señores feudales y los más recientes caciques, prácticamente, no hay trecho. Todo muy arropado por el oropel de la modernidad, el minimalismo, el peloteo partidario, pero puro caciquismo.
Dice el refrán, ministro: "díme de que presumes y te diré de que careces". Aquellos que han tenido una vida profesional sólida, con formación incluida, sea de agricultor, magistrado, investigador, albañil, militar, o lo que sea, no corren detrás de la historia para ganarse un monolito de granito con busto incluido en su pueblo o hacen otras cosas peores.
Las cosas no están, ministro, como para zascandilear y meter bulla con aspiraciones a ser un prohombre y prócer cacique que va a pasar a la historia por ser el ministro que más ha hecho por su tierra. Tienes bastantes cosas alrededor que aunque todavía presuntas, ya empiezan a apestar. Como por ejemplo que se roben piezas periciales como los ordenadores y documentación de manera sospechosa, que unos individuos no identificados sigan a una pobre y valiente jueza de provincias, o que el fiscal general del gobierno, ese arrastra togas embarradas, sustituya al fiscal que tocaba en el caso por el fiscal jefe, que siempre es más manipulable. Cosas que hieden.
Ten cuidado, ministro, que de lo más alto a lo más bajo, de la gloria a la villanía, o del cero al infinito no hay nada. Ni un suspiro.
3 comentarios:
No tema sr Blanco. Aquí nadie paga por nada. Demostrado o sin demostrar. Se vayan uds o lleguen otros.
Parece sr ministro que se te poñen as cousas abondo fodidas conforme pasan os días. Ti, que ibas a dalas, e, mira por donde, leváchelas.
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