13 junio, 2007

Una estrategia para el ferrocarril de Larga Distancia: incorporar nuevas actividades para añadir valor a la mera actividad de transporte

En los tiempos que corren ya no vale ser muy bueno en una sola actividad. Ni siquiera ser el líder. En los tiempos que corren hace falta ofrecer, es decir poner en el mercado, la cadena de valor más completa posible siendo el mejor. De lo contrario se corre el riesgo de que quienes lo hagan acaben zampándose a las individualidades, por muy excelentes que sean.

Este es otro más de los riesgos del transporte ferroviario de Larga Distancia, donde cada vez más ya no vale ser un operador especializado de transporte sino ser capaces de prestar e internalizar otras actividades de negocio, además del transporte por ferrocarril. Esto es lo que hacen y para lo que se están preparando todos los grupos que aspiran, una vez se produzca el pistoletazo de salida de la liberalización, a quedarse con una parte importante de la tarta de la Alta Velocidad de España.

Todos los aspirantes a operar la AVLD son grupos que no sólo se dedican al negocio del transporte. Son grandes operadores de transporte que también tienen intereses en actividades turísticas o bien grandes tour-operator turísticos que, a la vez son titulares de alguna compañía de transporte, generalmente aéreo. O ambas cosas a la vez, o grandes grupos costructores de obra pública y civil, diversificados hacia otras áreas de servicios –handling, servicios a bordo, entretenimiento, etc-. Son todo, menos pequeños y de piñón fijo.

Tomo el ejemplo de Globalia que aspira a una parte de la tarta y que va a apostar por el tren como modo de futuro a medio y largo plazo ( Diario ABC 09/06/07). Se trata de un holding turístico –hoteles + agencias de viajes (Halcón) + Línea Aérea (Air Europa) + sector energético + .....- que factura 5.000 millones/año y emplea a más de 25.000 personas. Su presidente, con la visión de futuro que caracteriza a los luchadores frente a los burócratas, se fija hasta en algo que para un gestor puede parecer una nimiedad.

Con una visión estratégica muy fina se queja el señor Hidalgo de que la panoplia de la seguridad aeroportuaria se lleva hasta extremos que perjudican a los viajeros y las compañías aéreas, cuando debieran ser los estados y gobiernos quienes asumieran todos los costes de unas medidas más disuasorias –que tampoco- que otra cosa. Y vuelve sus ojos hacia el ferrocarril en el que –ingenuo él- piensa que no existe este problema. Pues, cuál será la largura de gran parte de los gestores ferroviarios que no sólo no se plantean eliminar los absurdos controles que hoy existen, sino que aplauden que se haya implantado, aunque nadie lo haya exigido, escudándose en unos datos, indemostrables por sesgados, de que los viajeros demandan estos controles, ineficaces a simple vista. Lógicamente se pregunta Hidalgo por qué no se exigen en otras instalaciones como centros comerciales, estaciones de autobuses, etc.

En la aguda visión estratégica que caracteriza a los accionistas de la Operadora ésta se ha salido no ha mucho de Iberrail, -operador turístico nacional- que rápidamente fue adquirida por Globalia por 5 mill de euros lo que le permite ampliar sus redes de venta de billetes combinados de todos los modos a un sinfín de destinos nacionales. El sr Hidalgo ha hecho, justo, lo contrario de la cía ferroviaria. ¿Quién se equivoca? El tiempo pronto lo dirá. Por el contrario, en vez de aprovechar las sinergias de escala de la hoy todavía primera operadora, qué triste sería ver al paso de unos, pocos, años como otros se disputan los jirones de las mejores partes de un pastel que el accionista público no quiso o no supo gestionar con visión de futuro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustaría que los directivos de Renfe tuvieran tan claros como tú, ciudadano, los caminos por los que debería transitar esta empresa para no terminar devorados por la competencia. Pero el perfil psicoeconómico de esta casa es "esquizofrenia" y su estructura directiva y jefaturas parecen más una fiesta de "quintos" en la que los pollos corren borrachos o sin cabeza. Un ferroviario.