21 abril, 2007

Sobre el Informe Económico del Presidente del Gobierno (I)

Las entretelas de lo que no se cuenta en el Informe Económico del Presidente: la magia de los números (I)


Por
José Enrique Villarino Valdivielso.
Economista
Crecimiento, inflación y empleo

Hace pocos días el Presidente del Gobierno ha inaugurado un nuevo rito en la liturgia de los hechos económicos, copiada del mejor estilo del mundo americano, incluso en su título: la presentación del Informe Económico del Presidente, que mejor debería llamarse Informe del Gabinete Económico del Presidente y, por supuesto, que para nada tiene la autoría del ministerio del ramo, el de Economía y Hacienda, habida cuenta de las desavenencias entre ambos organismos.

Al informe presidencial conviene bajarle los humos ante tan optimista discurso que casi, casi raya en el autobombo, la autocomplacencia más rancia. Varias cosas del informe del presidente no son ciertas o, al menos, no como en él se describen y otras no se dicen, se callan.

Así por ejemplo, y ello es cierto, nuestro PIB crece por encima de la media de los países de la UE. No hace falta ser un lince económico para darnos cuenta de que a esto no es ajeno el cerca del 15% de inmigrantes sobre los más de 45 millones de población real que desde hace más de una década viven y trabajan en este país. Pero, claro, habrá que admitir que este crecimiento en valores relativos de PIB/habitante ya no resulta tan lucido, ni está a la cabeza del ranking europeo ni del mundo mundial. Tampoco en este apartado se dice que al gobierno vino Dios a verle con el cambio –del que incomprensiblemente no se benefició el hoy partido de la oposición- en 2003 de la base de cálculo en términos de la Contabilidad Nacional, demorada un año y que en el balance de 2004 “benefició” ficticiamente los datos –no la realidad- de crecimiento del gobierno actual en algo más de seis décimas porcentuales. Pero hay más, hoy día para efectuar comparaciones de crecimiento, o de lo que sea, dado que vivimos en un mundo europeo unido, conviene hacerlas en términos homogéneos de paridad de poder adquisitivo. Si nuestro crecimiento de PIB lo medimos como hay que medirlo y que raras veces hacen los gobiernos, en “paridad por habitante”, las cosas ya no pintan tan bien. El PIB español no es que se estanque, sino que decrece en términos reales. Magia potagia, no. Pura estadística. Una buena parte del éxito de nuestra política económica se viene abajo.

Otro tema importante: la inflación, medida a través del IPC o el llamado índice del coste de la vida. Al igual que el PIB, su medición – que se obtiene de una muestra de las cestas de la compra de los hogares españoles- ha cambiado de la base en que hasta ahora venía midiéndose - año 1996- pasando a ser 2005 el nuevo año de referencia. Pero, cosas del azar, la diferencia de este indicador muestral con otro –el llamado deflactor del PIB- que recoge todos los incrementos de los precios del sistema productivo, se ha doblado en 2006, a favor –descenso- del IPC. Puede que con este cambio de base el IPC ya no esté cumpliendo el papel para el que fue concebido en los manuales económicos, pero siempre podrá atribuirse, en este caso sí, a criterios de homologación con los países más avanzados de la UE. Sospechoso cambio.

Otro tercer cambio metodológico trabaja a favor de obra del gobierno en los éxitos en materia de empleo. La EPA, encuesta de población activa, es frente a los datos del INEM –que sólo recogen el paro registrado- la fuente estadística más seria y homologada para medir la evolución del empleo en períodos intercensales. Pues también cambió en 2005 y el cambio consistió en que aquellas personas que hasta el primer trimestre de 2005 que hacían trabajos familiares no remunerados o de muy corta duración eran consideradas como “paradas”, a partir de entonces pasan a ser consideradas como personas “empleadas”. Resultado, 2% menos de paro. Si el paro se hubiese medido con la vara de antes de 2005, hubiese habido 600.000 parados más, casi un 1% más de tasa de paro. Aún de acuerdo con el cambio metodológico, el descenso no deja de ser ficticio y mentira sino se dice el por qué y a qué es debido este descenso.

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