22 abril, 2007

En el XV aniversario de la "reducida" AV en España

15 años (de parón) de la Alta Velocidad en España

Ayer día 21 se cumplieron 15 años de la Alta Velocidad en España. Más que hablar de 15 años de Alta Velocidad en España es pertinente hablar de 15 años de ”la” línea de Alta Velocidad en España. Hasta hace bien poco, los servicios de Alta Velocidad de España se circunscribían a los de la línea de Madrid-Sevilla, inaugurados el 21 de Abril de 1992. Todavía hoy la línea de Madrid-Barcelona se explota en distintos anchos de vía y velocidades alejadas de las propias de una línea de AV, estando previsto que a fin de este año pueda culminarse, aunque sea en precario, la llegada de la AV a las ciudades de Barcelona, Málaga y Valladolid.

Este parón de casi 15 años en el desarrollo de la AV no tiene mucha explicación, o las tiene todas. Bien es cierto que después de los fastos olímpicos y de la Expo sevillana no quedaron muy surtidas las arcas del tesoro público máxime si, además, se tiene en cuenta el sobrecoste de la línea sobre los presupuestos iniciales, como consecuencia de las improvisaciones y falta de planificación así como por los turbios asuntos de corrupción y financiación irregular que rodearon este proyecto.

De 1993 acá casi todo han sido divergencias y desavenencias entre las administraciones y los políticos acerca de los trazados y las características de las futuras líneas. Los distintos gobiernos revisaron los planes de infraestructuras de su antecesor y así el plan Cascos sustituyó a los de Borrell y a los de áquel los de la ministra Álvarez. Sirva de ejemplo de la ineficacia de nuestros gobernantes que ya a finales de 1993 se discutía de los trazados de la línea y las alternativas de acceso a Barcelona. Todavía hoy se discute sobre el trazado del túnel a su paso por Sagrada Familia y otros cuantos temas más, cuando quedan escasos 10 meses para su apertura. Los políticos tienen, pues, una gran parte de la culpa de este parón al haber estado 15 largos años tirándose los trastos y utilizando los proyectos para dirimir otras cuestiones que poco o nada tienen que ver con el ferrocarril de AV.

Tampoco han sido muy afortunadas otras decisiones que van a condicionar muy negativamente la explotación de las nuevas líneas. En un afán de contentar a todos los lobbies de fabricantes de material se han contratado pedidos de vehículos de hasta cinco tipos distintos de series. A nadie en su sano juicio le cabe tan grande despropósito por lo que ello conlleva de multiplicidad de tipos de mantenimiento, incompatibilidades, deseconomías de escala y numerosas rigideces en la explotación. Todo ello hace que los costes de operar se disparen y se pierda en fiabilidad y calidad final de los viajes.

En lo que se refiere a chapuzas, hemos descubierto el vehículo de doble ancho que no se justifica, ni económica ni operacionalmente, como solución a ir poniendo en servicio tramos conforme se avanza en la construcción de la línea, si ésta se hiciese en los plazos correctos. Sin duda, la principal razón está en que estos vehículos mixtos van a permitir “resolver” la convivencia de una AV y una VA y perpetuar dos segmentos de prestaciones de calidades diferenciadas. Otra razón no menor es el gran negocio que para los fabricantes supone este sistema dual –más vehículos a vender, más mantenimiento, etc- en una relación calidad-precio que deja mucho que desear. Ahí está la serie 120 para constatarlo.

A la empresa Operadora le queda ahora la tarea de adaptar y rediseñar un servicio que no ha sufrido prácticamente ningún cambio desde que fue concebido en 1992, para que responda a las necesidades de los viajeros y las características de los viajes y el mercado, que ha cambiado radicalmente en todos estos años. Pero, no sólo hay que renovar los parámetros de los productos sino también los servicios a bordo, los canales de venta, las tecnologías de comunicación y distribución. Nada de esto se ha hecho en los últimos 15 años, salvo en los dos últimos, teniendo muy presente que tarde o temprano se va a producir un escenario liberalizado y de competencia.

“15 años de Alta Velocidad” está bien como eslogan, pero también han sido 15 años de vacuidad política, de ineficacia de Fomento, de algún que otro despropósito ya irresoluble y, en definitiva, de parón. Los tiempos, que corren altamente veloces, dicen que todo lo que sea un parón, no es tal, es un retroceso.

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