21 junio, 2007

Psiconomía

Por J.E.V.

Las organizaciones, como las personas y, precisamente, por estar formadas por personas, también enferman. No es que la psiconomía sea una parte de la psicología que trata de las patologías de las empresas, pero en parte, sí. No obstante, es algo más que eso. Yo diría que es competencia de la psiconomía toda la urdimbre psicológica que se produce en torno a los sistemas económicos, los mercados y las empresas. Es el vector psíquico de la economía, aquella parte de conocimiento que es capaz de explicar las claves y en clave psicológicas los comportamientos económicos y de las organizaciones que la sustentan. No creo, por otra parte, que sea esta una definición que los expertos admitan como muy ortodoxa, pero por intentar una, que no quede.

No había reparado antes en ello pero, efectivamente, las organizaciones pueden estar sanas o enfermas. No somáticamente enfermas, aunque también, sino sobre todo, psíquicamente enfermas. Dice Georges Escribano, psicoterapeuta, y padre quizá de la psiconomía que así como hay en los individuos distintas estructuras de la personalidad: neuróticos –con capacidades para la innovación e imaginación-, obsesivos –con capacidades organizativas-, esquizoides –con capacidades para el pensamiento y la conceptualización-, histéricos –con capacidades relacionales y de socialización-, pasivos-agresivos –lo contrario a los anteriores, activos-agresivos –con capacidades creativas-, etc, también las organizaciones pueden responder a estos patrones. Y ello estando o sin estar enfermos ya que tanto los individuos como las organizaciones pueden padecer psicopatías basadas en la tipología anterior o, simplemente, estando sanos tener una estructura personal cuyo perfil obedece a una u otra categoría de las enunciadas. Uno puede tener un perfil esquizoide sin ser un esquizofrénico. Pues igual una organización o una empresa.

Las grandes organizaciones tienden a enrocarse ensimismas, a convertirse en autistas y presentan un perfil que se corresponde con el del individuo pasivo-agresivo, aquel que tiende a romper la comunicación. En este caso, la alteridad, es decir la colaboración entre los empleados y la empresa se deteriora, se hace rígida y el diálogo se ve sustituido por un monólogo en que habla solo uno. Y es, casi siempre, la empresa. La comunicación se ha quebrado, aparentemente hay comunicación pero es unívoca, fachada, cartón piedra.

Los síntomas de esta situación son visibles en las reacciones de los empleados. Se tornan retraídos ante los temas o las preguntas, prudentes en demasía, esquivos a lo nuevo, indefinidos en sus opiniones, conservadores, muy conservadores, lejanos y ajenos a cualquier planteamiento que suponga el más mínimo riesgo. No son los arquetipos de más arriba, más bien son síntomas de alguno de ellos. ¿De cuál? No sabría responder, pero sí afirmar que la organización a la que pertenecen está desestructurada, en la que las articulaciones que canalizan la comunicación están dañadas, esclerotizadas. Camino de la parálisis. Algo de esto, que siempre ha sido así, ocurre en mi empresa. Ahora se nota más que hace 30 o 40 años. Creo que todos necesitamos una terapia, los empleados y la empresa. Sobre todo los dirigentes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen comienzo pero me pierdo con un final tan críptico

Anónimo dijo...

Pues creo que está bastante claro. Otra cosa distinta es que el texto no te permita concretar más el cotilleo para, lo que se dice, poder hilar más fino. No hay nada críptico.Una organización enferma, con el cuadro clínico que sea,"deconstruye" las relaciones y la comunicación de sus empleados. Entre ellos y con la empresa. Y les suele pasar todo lo que se dice en el último párrafo del post. Y está muy claro, en mi empresa, que no tengo por qué citar,nos ocurre eso. Somos carne de terapia empresarial, pero sobre todo, sobre todo, los que nos dirigen. ¿Aclarado? Si no, te lo vuelvo a explicar.
Un saludo,
JEV