07 abril, 2007

574,8


Por
José Enrique Villarino

La última prueba de velocidad del V-150 de Alstom y SNCF ha logrado el pasado día 3, 574,8 km/h, muy cercana a los 581,2 km/h del tren Maglev japonés sobre levitación magnética. Aún así, el récord alcanzado no está tan lejos del obtenido por la misma SNCF de 515,3 km/h en el año 1990, hace 17 años.

Enhorabuena a ambas compañías y a la titular de la infraestructura francesa, por el éxito de la prueba. No obstante, una pequeña cuestión me ha dejado algo sorprendido al leer la noticia en los medios. Uno de ellos, recogía una reflexión del maquinista jefe de la prueba,Eric Pieczac: el no haber querido aumentar la velocidad más allá de la lograda para no someter a riesgo alguno al experimento. Otro tanto puede decirse de los técnicos que, a bordo y en la sede de la compañía monitorizaban el seguimiento de la prueba, sobre quienes recaerían las decisiones últimas de aceleración del vehículo a tenor de lo que aconsejaran los datos de los sensores repartidos por múltiples elementos del tren.

Esta reflexión, que en lenguaje llano significa algo así como mejor no tentar a la suerte, no pasa de ser una lógica precaución, aplicable a cualquier experimento en el que están en juego vidas humanas e importantes recursos económicos. Sin embargo, tomada no al pie de la letra, sino en un contexto de futuro, suscita una pregunta que, tarde o temprano, habremos de plantearnos: ¿Hasta qué velocidad es posible la tecnología basada en la interacción rueda-carril? ¿Es ésta una solución de futuro para el medio y largo plazo? ¿Existirán trenes en 2030 circulando sobre raíles?

Mi opinión personal es que la solución rueda-carril tiene los quinquenios contados. La simple intuición me lleva a no poder imaginar grandes velocidades de 900-1000 km/h sobre ruedas, un invento de hace 3500 años, aplicado al ferrocarril hace más de 150. La levitación magnética u cualquier otra tecnología no tardará en sustituir a la rueda y el carril tendrá, seguro, otra configuración. Lo que sí tengo por cierto es que el ferrocarril, a no mucho tardar –30-50 años- alcanzará velocidades comerciales generalizadas superiores a los 600-700 km/h y para ello requerirá de un nuevo salto tecnológico. Hasta ahora la base tecnológica no deja de ser aquella con la que nació. Lo único que ha evolucionado ha sido la energía y la potencia tractora. ¿Habremos acertado llevando a cabo tan cuantiosas inversiones en una fase declinante de la tecnología, ya convencional, de AV? ¿Tendremos que aplicarnos aquello de que ... en tiempos de cambio no hacer mudanza?

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