06 febrero, 2006

T4, un gigante con -al menos- un pie de barro

El pasado sábado, 4 de Febrero, se inauguró la nueva terminal T4 del aeropuerto de Madrid-Barajas. La nueva infraestructura que permite ampliar la capacidad anual del aeropuerto de 40 a más de 70 millones de pax/año es quizá la obra más ambiciosa de la historia aeroportuaria española.

No obstante, su sofisticado diseño y las tecnologías de última hora que incorpora para la gestión de las múltiples tareas de un aeropuerto moderno, conviven con grandes y graves limitaciones tanto de concepto como funcionales. A otra escala, le viene a ocurrir como a otros modos del transporte en que las estaciones, encargadas a arquitectos y gabinetes de reconocido prestigio profesional, hacen agua en lo que se refiere a la propia funcionalidad ferroviaria y quedan insuficientemente resueltas las principales prestaciones de transporte. En muchos casos, se sacrifica la sencillez, incluso la elegancia, en detrimento de la grandiosidad. Ésta, por decirlo así, devora la razón de ser de la infraestructura en favor de una estética, muchas veces discutible.

Es comprensible, hasta cierto punto, que los primeros días de operación de una infraestructura de tal calado presente deficiencias en sus instalaciones por más que se hayan simulado los procesos ordinarios y extraordinarios de funcionamiento. Por muchos figurantes y procedimientos la realidad tiende a resultar impredecible. Lo más sencillo se troca en lo inesperado, aquello en lo que nadie previó por evidente. Lo cada vez más grande deviene, cada vez, más frágil, más vulnerable.
El tiempo y la voluntad de acometer estos fallos iniciales suelen ser suficientes para corregirlos. Lo malo es cuando los fallos obedecen a diseños desafortunados, complejos y mal concebidos, que algunos de ellos tiene. Pero peor es todavía, cuando por medio se cuela la disputa política que hace que, por el único afán de desautorizar al rival, se dejen de acometer aspectos importantes o vitales para el buen funcionamiento del proyecto.
La accesibilidad a la terminal, su principal talón de Aquiles
Algo de esto ha ocurrido con el proyecto de la terminal T4. Esta obra, que por sí sola casi duplica la capacidad de tráfico de aeropuerto y duplica y más la capacidad de operaciones respecto de las actuales, nace con una limitación muy importante. Carece de conexión con una infraestructura de transporte terrestre de gran capacidad como pueda ser el tren de cercanías o metro. Carece de una accesibilidad acorde a la escala del proyecto. Parece inconcebible, pero así es.

A poco que se analicen los accesos rodados a la nueva terminal se verá la fragilidad de los mismos. El gráfico que se muestra más arriba así lo pone de manifiesto. Nada menos que ocho (8) grandes vías de rango metropolitano y nacional van a canalizar flujos de atracción y generación de viajes de la terminal hacia la capital y otros destinos. Buena parte de estas infraestructuras se encuentran ya colapsadas en los períodos punta, cada vez más amplios, de tráfico, gravitando todas ellas sobre la M-12 y el pasillo de aproximación al acceso de la terminal. Sin duda alguna los atascos están garantizados desde el primer día.

Sólo una infraestructura, pública, ferroviaria de tipo cercanías o metro, mejor cercanías ya que la frecuencia de servicios puede hoy día igualar a las de metro en estos ámbitos y la capacidad de transporte y confort de viaje superar a los de éste, podría solucionar los problemas de accesibilidad que, evidentemente, han quedado desatendidos en la planificación del proyecto. La solución mediante buses, que es la única implementada hoy por hoy, es claramente insuficiente para ser una alternativa al vehículo particular y está sujeta a los mismos problemas de congestión que se van a producir.
La gestión de los políticos: dejación de funciones
Decir que la accesibilidad a la nueva terminal ha sido desatendida, o no ha sido convenientemente contemplada, o no ha sido una prioridad del proyecto no deja de ser un eufemismo para disimular lo que debe ser un juicio mucho más severo. Sencilla y llanamente, las administraciones públicas, tanto la estatal, como la autonómica, como la local ya que el aeropuerto se localiza en el término municipal madrileño, han efectuado dejación de sus funciones al haber permitido programar la entrada en servicio de la mayor terminal aeroportuaria de España y camino de una de las mayores de Europa, sin resolver previamente la accesibilidad a la misma. Sencillamente inconcebible. A este respecto, como órgano con competencias en la planificación de los transportes en la CAM ¿ qué ha dicho o hecho el Consorcio de Transportes de Madrid ?. Pues que se sepa, nada.

La accesibilidad al transporte y a una movilidad sostenible y cómoda que hoy día debe ser garantizada como un derecho más de los ciudadanos no se ha producido todavía ni por asomo en el caso de la T4. La política miope, pueblerina y cicatera de nuestros gobernantes ha truncado hasta hoy este derecho. Pero hay más. Con poco coste incremental se hubiera podido prolongar la línea de metro o llevar una nueva línea de cercanías de la que se viene hablando para el Barajas antiguo desde finales de los 80 sin que gobiernos centrales de variopintos colores hayan hecho al respecto nada efectivo. El sarcasmo es que la nueva terminal T4 cuenta con sendas flamantes estaciones de metro y cercanías en sus instalaciones. Algo así como empezar la casa por el tejado, o poner bombillas donde todavía funciona el carburo. La Comunidad ha anunciado que para 2007 estará en servicio la prolongación a las instalaciones de la actual línea 8 de Metro.

Cuesta creer que exista ya un acuerdo para llevar a la nueva terminal un ferrocarril, pero el compromiso anunciado debería cumplirse a rajatabla ya que todos los problemas derivados de la congestión, pérdidas de vuelos, retrasos, tiempos muertos, etc se traducen en costes, mayores costes de carburantes, contaminación, tiempo, que al fin pagan siempre los ciudadanos en sus impuestos y en los billetes. Y como no, esto son, o deberían ser, palabras mayores.

Desde luego hay que poner un cero a nuestros gobernantes que han hecho gala de una voluntad de servirnos y de coordinación entre las administraciones del mismo o distinto color, da igual, que ha brillado por su ausencia. Seguro que el tema se arregla luego poniendo no un ferrocarril, sino dos para lavar la culpa, con el peregrino y cateto argumento de que .... más vale que sobre, que falte. Si no, al tiempo. Fomento ya ha dicho que allá para ...... el 2014.

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