27 marzo, 2015

Desolados y admirados


Brice Robin, fiscal de Marsella, que investiga el accidente del A320
Brice Robin, fiscal de Marsella compareciendo
Desolados

Ayer formulábamos una hipótesis sobre las causas del accidente, que hoy se ha visto desbordada por la realidad. En efecto, ya conocemos la causa principal del trágico siniestro, atribuible al segundo comandante que, presuntamente, dirigió la aeronave, deliberadamente, al suelo de los Alpes.

Estamos desolados ante estos hechos. Era quizá la última causa en un ranking de causas posibles y más probables que hubiésemos pensado. Cuesta mucho admitir que la autoría de este siniestro  sea una persona que tiene como misión transportar en las mejores y mayores condiciones de seguridad y confort  a los pasajeros que están a su cargo. Estamos no ante un accidente, ni ante un acto terrorista, ni ante un suicidio. Estamos ante un acto criminal, un homicidio, ante un macabro suceso.

Nadie estamos libres de sufrir un episodio demencial que nos haga comportarnos de esta manera suicida, pero bien es cierto que estos episodios de comportamiento anormal si no son fácilmente detectables con anterioridad, deberían ser objeto de más atención. No obstante, sabemos que estos perfiles psicopáticos son dífíciles de detectar por tratarse de personas con gran capacidad de simulación e inteligencia.

Ante los sucesos del 11-S, muchas cosas han cambiado en todos los órdenes de nuestras vidas y muchas más en las operaciones de la aviación civil. Se implantaron nuevos  protocolos orientados a preservar a las aeronaves, a sus tripulantes y pasaje  de los atentados terroristas. Nadie esperaba, aunque este caso no es nuevo, que "el enemigo" (no es la palabra más afortunada, lo sabemos) estaba en casa.

Todavía queda mucho trecho por analizar. Aún no ha aparecido la segunda caja con los registros de los parámetros de vuelo. Los datos registrados habrán de confirmar lo que todavía es una hipótesis muy, muy plausible. La verdad final la tendrá el juez que juzgue los hechos.

De lo que llevamos visto y oído hasta ahora, todo parece encajar, pero  -siempre hay peros en este tipo de sucesos- algo nos mantiene intranquilos. Todos los técnicos, pilotos con experiencia, controladores aéreos, ingenieros y técnicos aeronáuticos coinciden en que el acceso a la cabina de pilotaje está blindado precisamente para prevenir posibles atentados terroristas. Y que si la persona o personas que están en su interior bloquean la puerta, no se puede acceder de ninguna manera.

Pues hemos oído en una entrevista a un técnico del Sepla (Sindicato de pilotos) decir que, en caso de emergencia, sí es posible abrir la puerta y acceder a la cabina. Todo debe quedar aclarado.

También habrá que aclarar el por qué el segundo se quedó solo en cabina al ausentarse el comandante y no fue reemplazado por el sobrecargo o un auxiliar, como exige la normativa y los protocolos de operaciones de vuelo.

Admirados

Admiramos al fiscal de Marsella encargado del caso y, en general a las autoridades francesas, que se están comportando con toda diligencia y transparencia. Esto sí que es transparencia. Un fiscal dando explicaciones, todas las explicaciones que eran posibles hasta el momento presente, a las 48 horas del suceso. Una intervención complicada y difícil por la naturaleza del mensaje y el cúmulo de preguntas a que se vio sometido.

Una intervención la del fiscal de Marsella, clara, efectiva, rigurosa, profesional con un cierto punto compasivo que se traslucía en su rostro. Bastante distinto a lo que se suele usar por nuestra nación y nuestros políticos que suelen practicar el ocultismo, el enredo y la improvisación.

Admirados del trato y la gestión de la atención para con las familias de las víctimas, protegiéndolas de los abusos de algunos medios que se mueven en el terreno del sensacionalismo y la basura mediática. En definitiva, profesionalidad y poca improvisación por parte de un país que ha tenido que gestionar un suceso en el que las víctimas eran fundamentalmente alemanas y españolas.

Esperamos que las autoridades comunitarias tomen las medidas oportunas para que no se vuelvan a producir sucesos como este de una indescriptible trágica magnitud . Seguiremos atentos a la evolución de los hechos.
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Adenda
(Una vez publicado nuestro post hemos leído lo que sigue, que consideramos de interés reproducir)
Y un problema añadido del vuelo 9525 de Germanwings es que el comandante fue incapaz de volver a entrar en la cabina tras haber salido.
Con posterioridad a los atentados del 11S se implantó una normativa que obliga al uso de puertas blindadas y cerradas desde dentro para la cabina de los pilotos.
En el caso de los aviones de la familia del Airbus A320 funciona como se ve en el vídeo de arriba.
El procedimiento estándar para entrar es que la persona que quiere hacerlo avisa a los tripulantes y luego marca un código en un teclado. Esto hace sonar un aviso dentro de la cabina y el comandante o el primer oficial han de accionar entonces una palanca que permite la entrada a la persona en cuestión.
Si por lo que sea los dos resultan incapacitados, hay un código de emergencia que permite acceder a la cabina sin que sea necesario accionar esa palanca, aunque ese código hace sonar también una alarma en la cabina.
Pero si los tripulantes consideran que hay algo extraño tienen la opción de denegar la entrada a la cabina, bloqueando la puerta durante cinco minutos, bloqueo que manda sobre cualquiera de los códigos.
Lo que no sabemos, ya que no se ha hecho pública la información acerca de si se oyen las alarmas pertinentes, es si el comandante del vuelo 9525 intentó usar el código para volver a entrar en la cabina o no ni si el copiloto la bloqueó o no; lo más que se ha dicho es que se oye como el comandante golpea la puerta, algo que dista mucho de ser el procedimiento estándar para entrar.
Así que, una vez más, aunque todo apunta a que el copiloto puede haber causado deliberadamente el accidente, como sostiene el fiscal encargado del caso, necesitamos más datos para poder saber a ciencia cierta qué pasó en ese avión durante los aproximadamente diez minutos que pasaron desde que el comandante salió de la cabina hasta que se estrelló contra los Alpes.

El artº completo:
http://www.microsiervos.com/archivo/aerotrastorno/tiene-que-haber-siempre-dos-pilotos-en-la-cabina-de-un-avion.html

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un piloto que quiso que su nombre fuese conocido en todo el mundo. Pero no con reconocimiento, sino con rabia. El dinero no da la felicidad, ni un buen expediente, ni un buen trabajo. Creo que el anonimato en estos casos es mejor: el reconocimiento al final de nuestra vida laboral, con el homenaje de nuestros compañeros, es nuestra mejor satisfacción.
En determinadas escuelas profesionales debería implantarse una formación, un entrenamiento en la resilencia. No solo una simulación en lo profesional, sino también ante los avatares de la vida. Un fontanero que nos venga a desatascar las cañerías, si está en proceso de divorcio, nos puede provocar una avería mayor, pero si es el mal día del piloto... Y problemas de amores, de dinero, con los hijos, con los jefes, con los empleados... tenemos todos y la solución no es matar a los hijos, ni envenenar a los comensales, ni incendiar el puesto de trabajo con los compañeros, ni estrellar el avión. Las matemáticas son necesarias, pero llegar a ser persona empática, solidaria, honrada... es algo que se debe fomentar desde la guardería (de niños). ¿Cuánto es peor este piloto que un político corrupto? ¿Cuántas vidas han segado los políticos corruptos con su falta de valores? Nadie les investiga la vida con esta meticulosidad.

Anónimo dijo...

Todas las medidas de seguridad son pocas para evitar que un hacker se haga con el control de una aeronave, como se hace con el control de las cuentas dinerarias de un banco. Cualquier grupo yihadista puede celebrar su reivindicación terrorista.

Anónimo dijo...

Es noticia cuando la mal llamada violencia de género acaba con una vida. Cuando por no saber cortar una mala convivencia, o por una decisión judicial considerada injusta... alguien se suicida llevándose por delante la causa de sus males, todos lamentamos la decisión y decimos que se ha tomado la justicia por su mano. Cuando el suicida ejecutor elimina a 150 personas con su propia muerte, no deja de ser un acto de abuso de poder, de violencia de género y de asesinato de inocentes. Hay una diferencia cuando uno acaba con la causa de sus males y cuando se acaba con vidas inocentes por no saberse enfrentar a sus problemas emocionales de pareja. Si lo hace un terrorista, con otras razones, el resultado es el mismo. Cuando lo hace un Estado porque está en guerra con otro, el resultado es el mismo. ¿O acaso las vidas humanas valen más o menos en función de si los muertos son víctimas de daños colaterales? Pero puesto a suicidarte, se valiente y acaba con quien te está jodiendo tu vida y no con los inocentes.