07 junio, 2014

Renfe-Adif, la vuelta atrás imposible

La noticia de una posible vuelta atrás en la segregación Renfe-Adif no es cosa nueva. De vez en cuando surgen globo-sondas para ver como son recogidos por Fomento, globos que lanzan los lobbies y los viejos dinosaurios de Renfe, Adif y el propio Fomento.


El divorcio entre vías y trenes se produce en España a partir de 2005

Desde la creación del ferrocarril en España hasta el año 2003 la definición del ferrocarril  contemplaba una clara visión integradora rueda-carril, trenes y vía. Se definía al ferrocarril como “aquel que se realiza por un camino de rodadura fijo que le sirve de sustentación y de guiado, formando el conjunto camino-vehículo una unidad de explotación”.Más unión entre trenes y vías, imposible.

Este modelo de red estatal, de gestión centralista, tomado del estatista modelo francés y su compañía pública la Sncf, es el que se implantó en 1941 con la nacionalización de las antiguas compañías privadas y la creación de la Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles (Renfe) que ha pervivido hasta 2005.

A partir de este año, el ferrocarril español rompe el maridaje entre vías y trenes y se crea el Administrador de las Infraestructuras Ferroviarias (Adif) encargado de la gestión de éstas y sus instalaciones complementarias y la nueva Renfe, que aún conservando el nombre, pasa a ser Renfe Operadora, encargada de la explotación de los trenes.

De esta forma, Fomento, más papista para esto que los países que en ferrocarril parten el bacalao en Europa se ponía al día con las disposiciones comunitarias, que ya desde la célebre dispositiva 440 venía clamando la separación de cuentas y gestión de la infraestructura y la operación de trenes.
Otro tanto, aunque hoy no sea el tema, ocurre con la celebérrima liberalización que Francia y Alemania se han apresurado a decir que ellos hasta 2019, ni están, ni se les espera.

Francia y Alemania mantienen separadas pero “integradas” vías y trenes

Por el contrario, la década de los 90 marca para la francesa Sncf, la separación en dos empresas: Sncf y Rff. Esta última se queda con la titularidad de las infraestructuras, pero los equipos de mantenimiento y gestión siguen en la Sncf, a la que Rff subcontrata para mantener la red ferroviaria francesa.

De igual forma, a partir de 1994, las dos compañías alemanas, operadora y gestora de la red, es decir la DB et DR se fusionan y devienen en la Deutsche Bahn, sociedad de transporte ferroviario de capital público. Es decir, que sí juntos, pero no revueltos; separados, pero “integrados”.

El último globo-sonda de los lobbies ferroviarios

¿Quiénes lanzan estos globos periódicamente? Pues los stakeholders y lobbies que pululan en torno a las vías y los trenes, añorantes de una situación pretérita que, sin duda, les procuraba mayores regalías que la presente.

Cuanto más lejos estén los proyectos y las obras del ministerio mayor es posibilidad de sustraer los conchabeos a la fiscalización. Tampoco es casualidad que este globo sonda se produzca cuando acaban de salir a la luz una presunta corrupción de poca monta frente a los enormes descuadres de los sobre precios, sobre costes, añadidos y modificados que desde 2005 ya se han fundido 8.000-10.000 millones de más, de nuestros impuestos.

En definitiva, una nueva integración favorecería a quienes hacen las vías, a quienes hacen los trenes, a quienes los equipan, a quienes los mantienen, a los que prestan sus servicios a bordo. A los altos funcionarios y empleados de estas empresas que verían incrementado su poder, a los sindicatos que consolidarían en un solo y potente ente ferroviario todo su poder sindical, a la empresa que dice certificar y evaluar los trenes, que es a su vez arte y parte, y así sucesivamente

Un alto funcionario de Fomento nos ha desmentido que Renfe y Adif vuelvan a fusionarse deshaciendo la segregación acaecida en 2005. Hasta entonces Adif era una mera división de la Operadora encargada del mantenimiento de las obras e infraestructuras que diseñaba el Fomento de turno de entonces, eso sí con una amplia plantilla de trabajadores de la vías y una cierta, bastante autonomía en la programación y ejecución de las obras.

Esto último es lo que echan de menos todas las empresas que viven del ferrocarril, sin olvidar a los viejos dinosaurios de Fomento, Renfe y Adif, que algunos quedan.

Algo imposible de cara a la liberalización ferroviaria

La vuelta atrás es, además, imposible. Frente a la situación de hace poco tiempo en que Renfe y Adif eran dos entes públicos, pero sólo dos, hay ya hay un Adif de la Alta Velocidad y otro Adif para la infraestructura convencional. Renfe ya no es hoy una sola empresa sino cuatro: una de viajeros, otra de mercancías, otra de mantenimiento y fabricación y otra de alquiler de trenes más una inflada corporación.

Embarcado el ministerio en una próxima liberalización ferroviaria, una vuelta atrás echaría por tierra este ensayo liberalizador, que a algunos parece no gustarles en absoluto. Un último canto del cisne antes de la liberalización.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Se duplican los cargos. El que lo ostenta lo disfruta. Antes los retrasos y las incidencias eran de Renfe, ahora pueden echarse las culpas los unos a los otros y ninguna de las dos asumir la responsabilidad (recuérdese accidente de Santiago) Yo creo que cada reino de taifa no aporta nada más, nada mejor, a la vida del ciudadano. ¿Puede un ciudadano de Cádiz vivir con leyes distintas que uno de Santander? Los conflictos son por intereses creados y por corrupción. Y esto no es problema del ferrocarril.

Manuel dijo...

Ya falta cada vez menos para revertir las decisiones políticas adoptadas en 2005. Mientras, aquí en FTF seguid a lo vuestro, elucubrando sobre stakeholders y lobbies feroces... Podéis continuar negando la mayor, pero lo verdaderamente importante es que se imponga la defensa de los bienes y servicios del interés común mediante la integración de ambos entes.

Anónimo dijo...

Pues si los de FTF tienen ese poder, les pido que hagan que se unan de nuevo ambas empresas y que las depuren y que funcionen con coherencia y racionalidad, que sepan atraer más viajeros y más graneles, que no prime tanto la alta velocidad y el pasaje pueda recrearse en el paisaje que va atravesando. Si el viajar es un placer, hagámoslo en las mejores condiciones se de seguridad y confort.