25 julio, 2013

Una marea de cariño arropa a víctimas y familiares

Todos somos víctimas

Cuando esto escribimos, van ya 80 muertos y más de 150 heridos, pero todavía hay heridos en situación muy crítica. Unas cifras, muy, muy duras de asumir, y, no digamos, para sus familiares y amigos.


Es el tiempo del dolor, de las lágrimas, rueden o no por el teclado de esta humilde crónica y por toda España, que sí ruedan. Es el tiempo del duelo con las familias para que la desgracia no se quede pegada en los pliegues del cerebro, o del alma, como queramos decirlo, y nos amargue la vida más de lo necesario y soportable.

Una vez más, una marea de cariño ha invadido, e invade  Compostela, Galicia y España. Y es, una vez más, porque no es la primera vez que ante una desgracia como la que ahora nos invade, este país, mejor, los españoles, sean de donde sean, sacan y dan lo mejor de si mismos.

Inconmensurable el cariño de los vecinos que fueron los pioneros en acercarse y dejarse el pellejo intentando salvar vidas; el de los bomberos compostelanos que mandaron al carallo su huelga indefinida en cuanto tuvieron la malhadada noticia; de los sanitarios y emergencias que francos de servicio se incorporaron a trabajar fuera de horario; de tantos y tantos .....

Pero, inconmensurable el cariño de mis paisanos compostelanos y gallegos que  en cinco minutos hacían cola de hasta quinientas personas para dar su sangre, más valiosa que su peso en oro y plata, callados y sufrientes, al igual que los familiares de los que nos han dejado o sufren sus heridas. Hoy llevo, más que nunca, con orgullo el ser gallego, aunque el precio sea tan alto.

Inconmensurable, el cariño del resto de españoles, gallegos o no, da igual, porque todos somos iguales, que sufrimos en la distancia el zarpazo de esta desgracia. Una marea de cariño para aliviar tanto dolor y tanto sufrimiento.

Hoy, se nos ha pasado por la cabeza dejarlo. ¿Para qué ocho años de blog, si luego viene un golpetazo como este y se lleva por delante casi 100 personas y causa otras doscientas heridas? ¿Vale la pena tanta disquisición, tanta crítica para intentar arreglar las cosas para que luego un huracán como este se lleve tantas vidas por delante?

En todos estos ocho años no nos ha guiado otra cosa que poder contribuir a mejorar el transporte y el ferrocarril al que, en frase joseantoniana, amamos aunque no nos guste lo que con él hacen unos cuantos. Hemos asumido el papel de ser críticos, como otros el de aduladores del poder, u otros sólo atraídos por los aspectos profesionales o técnicos y poco comprometidos. Pero, no es el momento éste de tirar la toalla, aunque ya nos pesen los casi mil artículos a nuestras espaldas.

Estos golpetazos, nos hielan la palabra. Y dejamos la palabra a los que tienen que examinar e investigar y aclarar lo que pasó, la verdad de lo que pasó, pero, aparte ésto, nosotros, FTF, tenemos nuestra opinión, que va más allá, de una avería, un error humano o un aciago momento y que, como casi siempre tiene que ver con los políticos, que anteponen sus intereses a la realidad de las cosas. Ya hablaremos de ello cuando proceda.

Hoy, hemos dicho que sólo es tiempo de llorar y hacer el duelo por los que se fueron y de acompañar a quienes sufren las heridas del accidente, sin olvidarnos de un compañero, el maquinista y su familia, cuya situación personal y familiar será muy difícil, amarga, desoladora e insufrible. Es la hora de llorar. Es la hora de las víctimas, de llorar por ellas. Los expertos, la justicia y los hechos, ya hablarán.. No es la hora de separar entre víctimas y culpables. Hoy, todos somos víctimas. 

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