09 abril, 2013

Adiós, profesor

Por
José Enrique Villarino
Economista


Me acabo de enterar del fallecimiento de José Luis Sampedro y quiero dejar constancia de este íntimo y humilde homenaje de urgencia a su persona. Fue, más que profesor mío, maestro a la antigua usanza, al igual que Luis Angel Rojo, Enrique Fuentes Quintana, Juan Velarde, José Castañeda, Gonzalo Anes, Ramón Tamames, y otros muchos economistas y pensadores más de aquellos años 60 de revolución y sueños, que ahora me dejo en el tintero, porque la memoria ya no es la que fue.

José Luis Sampedro brilló, en la economía y en la literatura, sus dos grandes aficiones, pues eso eran para él. Disfrutaba explicando Estructura Económica y disfrutaba escribiendo. De una y otra disciplina nos ha dejado huellas indelebles. Como economista está a caballo de la crítica radical y la heterodoxia económica. A varias generaciones de discípulos nos decubrió la cruda realidad de la miseria planetaria en su obra "Las fuerzas Económicas de nuestro tiempo", y aquellos tiempos eran los mediados e incios de los años 60 y 70.

Como él mismo dijo; hay economistas para hacer más ricos a los ricos, y economistas para hacer menos pobres a los pobres. Él fue de los segundos, aunque tuvo que trabajar hasta en la banca y con banqueros para sacar adelante a su familia.

De la literatura, su otra pasión, poco puedo decir ya que no soy experto, pero ha acrecentado la literatura española con páginas inolvidables. Escritor de paisajes y paisanajes, hizo inolvidables a aquellos olvidados gancheros del Alto Tajo de "El Río que nos lleva", junto con sus primeras experiencias de "Congreso en Estocolmo". Más tarde se consagraría como escritor con sus obras "La sonrisa etrusca", "Octubre, octubre" y siguientes, en los que se mete entre los pliegues del alma humana, como observador curioso e imparcial.

José Luis Sampedro fue, además de un fino irónico, sobre todo, un curioso. Curioso de todo y por todo. A ello nos animaba a nosotros. A no tragarnos nada por el envoltorio más o menos atrayente. A profundizar, a ser independientes, libres, humanos, compasivos.

Permitidme amigos lectores que os diga: joder, se nos van los mejores y nos quedamos huérfanos, por si poca orfandaz tuviera a mis espaldas, desolados, chapoteando en esta mierda. Gracias, profesor, por su docencia, por su ejemplo, por sus libros, y por dejarnos compartir sus pensamientos, al tiempo que las lágrimas se me escapan cuesta abajo del alma. Adiós. Hasta siempre. Su alumno.

No hay comentarios: