28 abril, 2013

ADIF: La herencia del abuelo, a subasta

Muelle de la estación bilbaina de La Naja, una de las primeras en subastarse


ADIF, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias, dependiente de FOMENTO, va a sacar a subasta más de 400 estaciones,junto con otros pisos y activos inmuebles.
 Es necesario que esta enajenación, de proceder, se efectúe con la máxima transparencia, bajo el control de la Intervención General del Estado y se busque la máxima rentabilidad para las arcas públicas.


Como los AVEs van medio vacios, hay que llenarlos a toda costa, aunque los ingresos se queden tiritando; como algunos se han pasado comprando trenes hace ya bastantes años, ahora hay que decir que es una genialidad y así se facilita la privatización alquilándolos o vendiéndolos a la futura competencia, vaya ud a saber, para hacer la puñeta a RENFE Operadora; como hace falta pasta para tapar despropósitos, se hace uno nuevo, vendiendo la herencia del abuelo.

Un inciso, lo de Gómez-Pomar tiene gracia, se larga en unas declaraciones que recoge Expansión, a estas alturas de la película, con que "el mercado ferroviario tiene unas "características de monopolio natural difíciles de transformar". A este respecto, ha añadido que la infraestructura ferroviaria es un "monopolio natural clásico" y la operación "por mucho que se quiera buscar competencia", la admite "dentro de unos límites muy marcados". En qué quedamos, Presidente, comer sopas y sorber y andar y recular al tiempo, no es posible. Claro, que hace ya meses que en FOMENTO todos empezaron a recular y no se han echado atrás todavía, por el qué dirán, en esto de la liberalización. Como casi todo lo que decide este gobiermo, a medias, sí pero no, dubitativo. Díganlo claramente: si pudiéramos nos echaríamos atrás ya que no sabíamos los noes de Francia y Alemania y su interés, en cambio, en meter la nariz, sus trenes, en nuestras vías.

A lo que íbamos, la herencia del abuelo, son las 423 estaciones y demás patrimonio que va a poner en venta ADIF, a lo loco y sin ton ni son. Al igual que se llevaban las joyas de la abuela y la vajilla de plata al Monte de Piedad para tapar los pufos de un tío soltero y crápula, ahora hay que malvender lo sobrante, de prisa y corriendo, para regocijo de los subasteros, que como pisos los tienen los bancos y no los sueltan, pues a hacer el agosto con estos de ADIF, muy listillos ellos.

Aquí, se gestiona así. O todo, o nada. O cientos de trenes, o ninguno. O trenes vacíos, o llenos. O grandes operaciones especulativas tipo Pasillo Verde, Alcobendas-San Sebastián de los Reyes, Ría 2000, Operación Chamartín, o venderlo todo y no dejar ni el colchón al trapero.

¿Alguien ha estudiado el tema?, ¿han pedido opinión a los técnicos?, ¿ha echado alguien el más mínimo número sobre lo que es más conveniente? Se gobierna a golpe de impulsos, se hacen las cosas para deshacer los engendros anteriores, se malvende porque las piedras ya no dan dinero.

¿Es la subasta el mejor procedimiento para todo el patrimonio? Da lo mismo que lo enajenable sea una joya de la corona, en suelo urbano, en todo el cogollo de la ciudad, de estilo modernista, que una casilla perdida en la vía cerrada de la Plata. Todo al peso. Qué pena, que dice un amigo mío. Con lo que recauden, le pagarán a los alcaldes provincianos unas antifuncionales estaciones de Norman Foster o el tudelano Rafael Moneo, que de arquitectura sabrán mucho, pero de estaciones, lo escasito de andar por casa.

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