NO SALEN LAS CUENTAS ECONÓMICAS, SOCIALES Y MEDIOAMBIENTALES DE LA ALTA VELOCIDAD ESPAÑOLA
Las conclusiones que se recogen más abajo, extraídas del artículo "Cuando la Economía no importa: auge y esplendor de la Alta Velocidad en España" de los expertos en análisis económico de la Universidad de Barcelona, Daniel Albalate y Germá Bel, así como las de otros autores (Rus, G; Román, C; Ingalada, V; Nash, C; Nombela, G, estudiosos todos ellos de la AV española) no dejan lugar a dudas. Ni económica, ni social, ni ambientalmente la AV española cumple los mínimos requisitos de racionalidad, racionalidad que se ve constreñida por argumentos propagandísticos del gobierno, apoyados mediaticamente por los lobbies constructores de la infraestructura y los trenes, para vender a la ciudadanía la bondad de tan ingente esfuerzo inversor. La AV española se convierte así en un paradigma del desarrollo económico, sin advertir el coste de oportunidad de otras alternativas y la irracionalidad de su diseño y trazado. Como sostienen los autores, "promover el debate social sobre las políticas públicas es una buena forma de mejorar el proceso de toma de decisiones, y por tanto de mejorar la calidad de la política".
"La característica más identificativa de la política de infraestructuras de los 2000 en España ha sido la extensión acelerada de la red de AV en ancho de vía internacional. Al acabar 2010 España es el segundo país del mundo en kilómetros de AV, tras China. En términos relativos, España es líder mundial en kilómetros de vía por habitante y por km2.
Desde el año 2000 los motivos argumentados para acelerar la extensión de la red han sido el deseo de reforzar la articulación de España y la cohesión territorial. El resultado será la conexión a AV de todas las capitales de provincia con la capital política. La primacía de los objetivos de tipo meta-político por encima de los propios de política de transporte ha tenido como consecuencia que los criterios de eficiencia económica hayan sido soslayados en el desarrollo del AVE. Ello ha promovido inversiones con rentabilidades financieras y sociales negativas, cuya bajísima ocupación contrasta con la del resto de experiencias internacionales. La comparación tenderá a empeorar con la entrada en servicio de nuevas líneas con cada vez menor demanda.
Por otra parte, como muestran las experiencias de Japón y Francia, la oferta de AV no promueve el desarrollo de las ciudades y regiones conectadas, con la excepción de los nodos centrales de la red. Además, el balance medioambiental puede ser negativo al considerar las emisiones de CO2 en el proceso constructivo, y su menor eficiencia respecto al tren convencional renovado y al autobús. En el caso más favorable para la AV, cuando consigue detraer un gran volumen de tráfico al avión, se trata de una forma extremadamente cara de lograr modestas reducciones de emisiones.
La preocupación por estos resultados del AVE, en sus diferentes dimensiones, se agrava si atendemos a la utilización ingente de recursos públicos para financiarlo, que tienen un elevadísimo coste de oportunidad. Como también lo han tenido los Fondos Europeos de Cohesión y de Desarrollo Regional usados para financiar estos proyectos, en lugar de otros proyectos con mayor impacto sobre el tejido económico e industrial –como el ferrocarril de mercancías o las infraestructuras tecnológicas–. Por tanto, existen muchos y buenos motivos para suspender la extensión de la red de AV en España –excepto los tramos cuya finalización sea inminente–.
Todo nuevo proyecto que el gobierno desee emprender o al que reste mucho por concluir debería ser sometido a un Análisis Coste-Beneficio y a Planes Económico- Financieros, contrastados con evaluaciones externas e independientes. No deben aceptarse proyectos con tasas sociales de rendimiento por debajo de los parámetros aconsejados por la Comisión Europea, así como los que dispongan de alternativas con mayor tasa de retorno social. Así se facilitaría el logro de una rentabilidad social satisfactoria de la AV –que, cabe recordar, no está considerada legalmente como obligación de servicio público–. Y se limitarían actuaciones que han estado y están hipotecando de forma importante el futuro de las finanzas públicas y el bienestar social.
Por último, aunque no es menos importante: es imprescindible aumentar la transparencia y el ofrecimiento de datos por el gobierno y las agencias y empresas públicas implicadas. Encontrar datos precisos de demanda del AVE por corredores o rutas es muy difícil; y encontrar datos detallados y precisos sobre el coste final de algunas líneas es imposible. De ahí la muy escasa información disponible en España, lo que dificulta el debate público sobre esta política. Corregir esto es importante, pues promover el debate social sobre las políticas públicas es una buena forma de mejorar el proceso de toma de decisiones, y por tanto de mejorar la calidad de la política."
3 comentarios:
¿Qué números serán los de las Alta velocidad a Galicia? Algo así como matar moscas a cañonazos, con un cañón, que vale un ... ón y medio. Politicuchos, ministruchos y presidentuchos que juegan a caciques de lo más rancio que haya podido describir Galdós.
Los políticos creen que los datos de las actividades públicas son de su propiedad. Y así actúan. Los datos de lo público, hasta el nivel de mayor detalle, son públicos. Es decir, de todos. Sean por corredores, tren a tren o del conjunto del total totalorum. Estos señores ni tienen hábitos democráticos, ni dios que lo fundó. Ellos se creen demócratas, pero la democracia ni ha entrado, ni ha calado en ellos. Porca miseria de políticos. ¡A la calle!
Que el AVE es una ruina absoluta y un pozo de corrupción política sin fondo se sabe hace mucho, y este trabajo no hace sino corrobarlo de forma incontestable.
Pero me asalta una duda: ¿porqué ningún medio de comunicación de los pocos no controlados por el siniestro Rubalcaba se hace eco de ello, y porqué ni siquiera mencionan el desastre ferroviario cuando tiene semejante magnitud económica?.
La propaganda masiva durante tantos años ha permeado en la sociedad, y para muchos en este país de paletos lo del AVE es algo intocable e indistuible, es símbolo de la "Modernidad", y en su sacrosanto altar vamos a seguir aportando miles y miles de millones... que no tenemos.
Nada va a cambiar y no hay bada que hacer en este sentido, si seguimos permitiendo que con el dinero que nos roban se mantenga este gigantesco desmadre. Pero no creo que el rebaño reaccione nunca jamás, seguirá obedeciendo y callando mientras cada día se empobrece y envilece más.
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