21 septiembre, 2009

A propósito de la Ley de Economía Sostenible


VALORES DE UNA ECONOMÍA SOSTENIBLE

Por
José Enrique Villarino Valdivielso
Economista


El gobierno anda dando vueltas a lo que llama el nuevo modelo económico sostenible y en trámites de aprobar una LEY de ECONOMÍA SOSTENIBLE, -más bien, dando palos de ciego y sin saber qué hacer- como si una economía sostenible, o no sostenible, fuese algo que se escribe en una ley, y ya está. Se aprueba y ya tenemos una economía sostenible. Qué ingenuidad. Todos andamos también a vueltas con lo sostenible: coches sostenibles, educación sostenible, energía sostenible, comida sostenible. Todo sostenible. Queda bien y parece que decimos algo nuevo, algo sostenible. Como me considero incapaz de escribir aquí las ecuaciones enrevesadas que formulen el tal modelo económico sostenible, prefiero daros algunas pinceladas, casi todas bastante teñidas de utopismo, de lo que yo considero son algunos valores que deberían darse en una economía sostenible. Pido perdón por el desorden.

Una economía sostenible es, para empezar, la que se basa en principios de justicia y equidad. Con reglas de juego, finacieras y no financieras, justas, prudentes y ecuánimes. En una economía sostenible no caben los pelotazos. Ni abusos y usura por parte de bancos, cajas y demás chiringuitos financieros. Ni bonos basura, ni bonus de los ejecutivos. Es sostenible aquella economía que respeta a los clientes y les trata como personas. Los mercados son personas, no consumidores. Una economía sostenible no es la que dice guardar respeto por la naturaleza y no deja el coche ni para comprar el periódico. Una economía sostenible es aquella que no despilfarra, que ahorra, que reutiliza, que consume sólo lo necesario y que guarda algo para mañana. Es decir, que invierte más que gasta. Una economía sostenible distingue entre gastar e invertir. Lo dijo hace años el MIT por encargo del Club de Roma: "en un planeta limitado, las dinámicas de crecimiento exponencial (población y producto per cápita) no son sostenibles". El crecimiento constante y sin fin de la producción y el consumo, el consumismo, son incompatibles con una economía sostenible, ya que la calidad de vida no depende de consumir más y más, ni de producir más y más. Una economía sostenible es la que invierte en educación y guarda los valores tradicionales de respeto, esfuerzo y mérito como fórmula de ascenso y progreso social. Una economía sostenible es aquella que valora las iniciativas, la investigación y la innovación y detesta lo supérfluo, lo banal lo presuntuoso. Una economía sostenible está basada en el principio de que nada es ilimitado, y que los recursos son finitos y se agotan. Una economía sostenible es aquella que repone más de lo que usa y consume para que, cada vez, la riqueza natural, como los recursos, sean mayores. Una economía sostenible es aquella que valora el tiempo, la armonía, la estirpe. La que valora el futuro tanto como el presente y el pasado, aunque no llegue a poseerlo. Una economía sostenible es aquella que defiende el trabajo, aunque sea a costa de que otros ganen menos. Una economía sostenible es aquella que destina tiempo para la familia, el ocio y el descanso y potencia los valores del espíritu y las creencias. Una economía sostenible es aquella que no tolera la corrupción y exige a sus políticos y autoridades transparencia en su gestión y en las cuentas públicas y no públicas. En una economía sostenible los dineros públicos son de todos, no de nadie y todo cuesta dinero, todo se paga entre todos y nada hay gratis. Una economía es sostenible si vive de acuerdo con sus posibles. Una economía muy endeudada no es sostenible, es una economía suicida, destinada al fracaso de las generaciones actuales y, lo más grave, de las futuras. Una economía sostenible es aquella que valora y premia el esfuerzo, el individual y el de las organizaciones. La que usa la subvención sólo como ayuda y palanca de progreso y mejora, no como "modus vivendi". Una economía sostenible es aquella que hace más con menos, que es lo mismo que decir más eficiente, más productiva. Una economía sostenible es, en definitiva, aquella que conduce con las luces largas para escrudiñar y anticipar el futuro, lo contrario al cortoplacismo que, desgraciadamente, lo invade todo.

El paradigma de la sostenibilidad que repetimos hasta la saciedad en nuestros artículos y discursos, representado por los tres conocidos"círculos" del gráfico: el ambiental, el económico y el social está muy bien, pero sirve para poco y poco más somos capaces de decir. Ha llegado el momento de "mojarse" y empezar a hacer cosas. El gobierno -nos guste más o menos- a la cabeza; la oposición -nos guste más o menos- otro tanto, y todos, detrás. Ni a golpe de ley, ni de decreto ley, se construye una economía sostenible que deje a nuestros supervivientes más y mejores conocimientos, valores y recursos de todo tipo. Porque, después de todo esto: ¿es posible una economía sostenible? No lo se, pero lo que es seguro y cierto es que ésta que tenemos, no lo es.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces es muy útil que alguien nos diga las cosas tan claras. La sociedad mercantilista en la que nos desenvolvemos, no nos los dice tan claro. Esta sociedad está montada en base al consumo y la publicidad, que se apoya en la sicología para vencer cualquier barrera que los más resistentes puedan objetar, es la gran aliada del consumismo.
Lo que se aprende con las babas no se olvida con las barbas, luego la FAMILIA es quizás, la única célula social que puede impedir que la sociedad nos absorba y nos haga marionetas del consumo. En la Familia se aprenden VALORES, en el colegio, universidad... conocimientos. Hay familias en las que los padres no destacan por sus estudios, seguramente son trabajadores que no sobresalen en nada, pero conozco algunos que son padres ejemplares, que les dedican su tiempo y amor a sus hijos mejor que si hubiesen estudiado. Para todo lo demás ya están las tarjetas de crédito. Lo más jodido es que nos gobiernen los necios ambiciosos que no aprendieron en su familia esos valores que nos presenta este economista en este post. ¿O acaso al hacerse publicista y/o político se pierden todos los escrúpulos? ¿O es que realmente nunca los tuvieron?

Anónimo dijo...

Muchas gracias, muy buen artículo. Ojalá se lo leyesen muchos

FTF dijo...

Muchas gracias Anónimo 2,
Pues nada, si así lo estimas, divúlgalo a tus amigos, familiares y contactos.
Gracias otra vez.