25 enero, 2009

El ahorro, valor en baja

El ahorro y el dilema keynesianismo versus liberalismo (I)

Por

José Enrique Villarino

Economista


Hace mucho tiempo que no oíamos hablar de esta variable económica, la madre de casi todas las variables económicas. Cada mes esperamos ansiosamente la publicación del IPC, el crecimiento –ahora ya no- del PIB, el déficit público –ahora ya sí-, la encuesta de población activa para seguir el desempleo –ahora cual desbocado jinete del apocalipsis- y algunas otras más. Seguimos sin hablar del ahorro, pero es en estos momentos la única variable que, al contrario de todas las demás, empieza a enderezarse para bien. Dos cuestiones a este respecto: El ahorro nacional es el reverso del consumo. O gastamos, o guardamos, y el ahorro es, a su vez, la madre de la inversión. Lo que se ahorra nutre luego la inversión que, a diferencia del consumo, genera riqueza y empleo. El consumo se agota en sí mismo. Este último ha sido el principal pilar de nuestro modelo de crecimiento hasta ahora. Montar ladrillos no crea riqueza, pero sí creó especulación.

Los ciudadanos, que como los gatos somos capaces de presentir los terremotos económicos, ya advertimos esta situación y cambiamos motu propio la tendencia del binomio ahorro-consumo. Se puede ver claramente en este gráfico del Banco de España como la tasa de ahorro de nuestros hogares y de las instituciones sin fines de lucro que venía descendiendo a lo largo de 2005 y 2006, en el 3er trimestre de 2007 cambia su tendencia para empezar a crecer de forma acelerada.

Mientras tanto, el gobierno negando la mayor, cuando los ciudadanos ya descontábamos a mediados de 2007 la crisis y empezábamos a guardar, en vez de consumirlo todo, para hacer frente a peores tiempos. La menor renta y el mayor ahorro acabaron hundiendo el consumo y con ello todo nuestro tenderete económico. El problema es que el sistema financiero en cuyos circuitos estaba el ahorro doméstico volatilizó –por decirlo suavemente- una buena parte de éste. Lo que faltaba.

Sólo el ahorro nacional –ahorro de los hogares + ahorro de las empresas + ahorro de las administraciones públicas- es capaz de sacarnos del atolladero siempre que no volvamos a repetir el esquema pernicioso del pasado y seamos capaces de dedicarlo a inversión para ampliarlo y multiplicarlo. Con este ahorro deberemos financiar un nuevo sistema productivo moderno y eficiente, cambiando radicalmente el modelo productivo y energético y potenciando la investigación y la innovación que no sólo se traduzca en mayor crecimiento sino en reducir nuestro elevadísimo déficit comercial. Debemos empezar a financiar nosotros sólos nuestro crecimiento, en vez de que nos lo financie el resto del mundo, como ha ocurrido hasta ahora y poder empezar a pagar la abultada factura que debemos.

El gobierno parece haber optado por un modelo pseudo-keynesiano, asistencial, basado en dar dinero para amortiguar la crisis, pero no en crear riqueza que es lo único que a medio y largo plazo nos puede salvar. A su modelo le llama “socialdemócrata”. Dudo que ni siquiera lo sea. Para acabar de arreglarlo, ha recurrido a la manivela de hacer billetes y deuda pública –que no dinero- y a gastar presupuestariamente más de lo que ingresa, peligrosísima mezcla puede acabar en un corralito a la argentina. Quiera Dios que así NO sea.

Otro día veremos lo que dicen los expertos de las dos “soluciones” al dilema.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Si me falta capital y el resto del mundo me financia al 5% una inversión que me va a reportar una rentabilidad socioeconómica del 20%... Bienvenido Sea!

Otra cosa es habernos endeudado para construir casas vacias, inútiles que no generan riqueza,... sin contar la riqueza que han destruido al acabar con recursos naturales finitos