Desgraciados episodios como los del accidente del pasado día 20 de Barajas ponen de manifiesto, entre otras muchas cosas, los entresijos de los organismos públicos. El luctuoso accidente ha sacado a la luz una cosa que ya se barruntaba y que es un clamor a voces en los círculos aeronáuticos de este país. Se trata de la organización caótica de la Dirección General de Aviación Civil (DGAC) del Ministerio de Fomento y en particular lo relativo a las competencias sobre la seguridad aérea. A título de ejemplo: la indefinición de las funciones inspectoras, desvaídas entre dos postergados funcionarios con tales competencias y SENASA; la parcialidad de la comisión de investigación de incidentes y accidentes ya que al depender de la propia administración es juez y parte; la inexistencia todavía de un organismo o agencia de seguridad que debería haberse puesto en marcha antes del verano y todavía a día de hoy no lo ha hecho. Otro tanto le sucede a Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA), cuya actuación negligente ha quedado patente el día 20 de Agosto; la inexistente segregación organizativa entre la gestión aeroportuaria y la de navegación aérea, así como la ambigüedad y falta de autoridad del Ministerio de Fomento entre los agentes del sector: personal de vuelo, compañías aéreas y sus propias competencias administrativas.
De que esto es así da una idea la opinión de los comandantes y pilotos, recogida en una encuesta del SEPLA, llevada a cabo por el departamento de estadística de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Aún asumiendo que se trata de una opinión parcial, de una parte, los comandantes y pilotos, éstos opinan que el grado de control de la DGAC sobre las operaciones aéreas es muy deficiente (el 37,5%), deficiente (el 37,3%), regular (el 21,2%) y bueno (sólo el 2,5%).Estas cifras no dejan lugar dudas de que algo pasa, y no bueno, con el control y la seguridad de las operaciones aéreas. Respecto de la eficacia de los planes de Fomento, los responsables de las aeronaves dicen que es poca (el 57%), nada (el 31,4%), bastante (el 4,6%), mucho (0,2%) y n/c (6,9%). Pero, algo todavía más grave es la opinión acerca de la propia dirección general. Preguntados sobre la existencia de REDES DE CORRUPCIÓN INTERNA Y CONNIVENCIAS en la DG de Aviación Civil, un 80,8% dice que sí, un 2,3% que no y un 16,8% Ns/Nc o no quiere opinar. Un 95% dicen que la creación de un cuerpo de inspectores solucionarían los problemas. ¿A qué hay que esperar para tomar medidas en esa casa de los despropósitos?
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