09 julio, 2008

Competitividad exterior,inflación y tipos de interés

El eufemismo de los “tipos negativos”


Por
José Enrique Villarino
Economista


La miembro (que no “miembra”) del Consejo Ejecutivo del Banco Central Europeo, Gertrude Tumpel-Gugerell decía ayer en el diario EXPANSIÓN dos cosas. Con una estoy de acuerdo, no con la otra. La primera se refiere a la necesidad de que la economía española mejore la competitividad de su sector exterior, como única estrategia para reequilibrar nuestra balanza de pagos y seamos capaces de reducir nuestro endeudamiento externo que, junto con la inflación, es el principal dogal de nuestra economía. O nos ponemos a ello, digo yo, o no seremos capaces de resolver el resto de problemas que nos atenazan. Hemos financiado nuestro crecimiento con el crédito que nos ha prestado el resto del mundo. Tenemos, por tanto, un severo déficit exterior –más del 12% de nuestro PIB y el mayor después de USA- y esta pelota crece más y más. No nos favorece nada para ello la inflación que padecemos –la pescadilla que …- así como la posición revaluada del euro respecto del dólar. A ello, –a ser más competitivas nuestras empresas y vender más en el exterior- hay que ponerse, urgentemente. Y el gobierno, en su parcela, que también se aplique el cuento, con no caer en la tentación del déficit en las cuentas públicas, que también habría que financiar con recursos de los que no disponemos. Parece, oyendo al Pte Rodriguez, que los vientos no soplan por ahí. Todo lo que no sea Balanza y Presupuestos equilibrados son hipotecas para nuestros hijos y nietos.


Con la segunda, que no estoy de acuerdo, es su opinión –lógicamente favorable- a la última alza de un cuarto de punto de los tipos de interés del BCE. En concreto, para el caso de España una de sus razones es que en nuestro país los tipos de interés reales son negativos –tipo de interés – tasa de inflación-. Bueno … ¿y qué? Lo de los tipos reales sirve para echar las cuentas macro y desde la orilla de la oferta del sistema crediticio, pero de ninguna manera desde el lado de la demanda y el consumo. Para los ciudadanos, multidinariamente sólo trabajadores por cuenta ajena y consumidores, los tipos de interés son nominales, a los que se suma (ojo, suma) la inflación, que, a su vez, también se ve influida por el precio del dinero. En el sistema macro este efecto se netea. En el sistema real, inflación y tipos de interés, se adicionan. Por otro lado, también los salarios se ven erosionados por la inflación que es el principal jinete apocalíptico, de los trabajadores. Es decir, que por tener tipos de interés negativos, los bancos no me devuelven ese diferencial al pedir un préstamo, sino todo lo contrario, pagamos el interés nominal, al tiempo que la inflación –subida media del conjunto de precios- merma nuestros salarios. Una conclusión puede ser que conviene siempre tener en cuenta desde que orilla se mira el río ya que lo que para unos agentes económicos e instituciones puede ser un manso meandro, para otros unos vertiginosos y peligrosos rápidos.

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