22 marzo, 2008

Una propuesta para hacer frente a la crisis económica

Presidente Rodriguez Zapatero:

"es la energía, estúpidos!!"


No es un insulto al presidente del gobierno sino el remedo que parafrasea la ya célebre frase de Clinton “es la economía, estúpidos” en su réplica a Bush padre y los economistas republicanos sobre la naturaleza económica de la crisis de los 90 -si bien su autoría pertenece a su asesor y estratega James Carville -. Pues lo mismo puede decirse de lo que puede ser una salida a la crisis ya en ciernes. Es la energía, presidente, es la energía.

Antes de que la crisis financiera –no sabemos por qué se empeñan en distinguir entre crisis financiera y crisis económica- se transustancie en crisis económica no se empeñe en grandes florituras ni lo fíe todo a grandes ocurrencias. No se empeñe en poner paños calientes a una situación que va a tener como principales y primeras víctimas a los desempleados del sector de la construcción y luego a la práctica totalidad de sectores económicos. Me da que una de las soluciones de la que va a echar mano el equipo económico del vicepresidente Solbes va a ser la neo keynesiana de poner a funcionar al Estado como motor económico sustitutivo del sistema privado, invirtiendo en infraestructuras y obra pública. En cemento y asfalto. Si bien ello es necesario en su justa medida, asumir el Estado este papel como paliativo de la crisis desemboca a medio plazo –aún suponiendo que se parta de la existencia de recursos presupuestarios- en déficit público. Éste en endeudamiento e inflación, lo que supone mayores costes, menor competitividad, mayor –todavía- déficit exterior y así más de lo mismo. No es la solución y el remedio puede ser peor que la enfermedad, aunque visto lo que se avecina ….

Desde FTF nos permitimos aconsejarle una estrategia distinta, un estrategia central, de política económica. Sea el Estado el motor e impulsor de creación de riqueza directamente productiva, no creador de riqueza en estado de stock. Con las infraestructuras ya existentes y las diseñadas, España no está tan mal. Céntrese en impulsar el desarrollo energético a gran escala. Mire, ello crea puestos de trabajo, muchos de los cuales pueden ser trasvasados de la construcción y otros sectores inducidos, permite avanzar en alcanzar mayores grados de libertad y autonomía en la factura energética, contribuye directamente, sin contracostes, a cumplir los objetivos de sostenibilidad y, finalmente, a democratizar la energía que es democratizar, de verdad, la sociedad. Y ello ya para siempre.

¿Qué energía? Pues aquella en la que tenemos ventajas naturales: en energías renovables y muy, muy especialmente en energía solar, fotovoltaica y térmica. Buena parte de España dispone en cantidades importantes de un recurso gratuito e inagotable que es la insolación lo que, con el suficiente empeño y facilitándole las cosas a los agentes privados, puede aliviar nuestra dependencia y factura energética, al tiempo que –ojalá así sea- cambiar el sentido de nuestro saldo energético: de importadores a exportadores. Impulse la energía termo-solar y haga que cada hogar sea autónomo en, al menos, el 30-40% de sus necesidades de energía. Estos objetivos son de medio y largo plazo. No produce muchas inauguraciones pero de llevarse a cabo le aseguramos que nuestros nubarrones económicos se iban a disipar para dejar paso a una situación económica, nunca mejor dicho, más solvente, más soleada. Del papel de la nuclear, hablaremos otro día.

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