02 abril, 2007


La gestión de lo cutre

Por
José Enrique Villarino
Economista

Algo no cuadra. Una cosa es la gestión loable de adecuar los recursos, humanos, materiales, financieros, etc a las necesidades, sin caer en despilfarros innecesarios y otra, muy distinta, proporcionar un servicio cutre, propio de épocas del racionamiento de posguerra de los años 40. Ni la más humilde tienda de ultramarinos, colmado, chigre, o como queramos llamarle, de un humilde y remoto pueblo de montaña se ve obligada a echar el cierre por la enfermedad de su empleado o titular. Para arreglarlo está la nómina de la solidaridad familiar o vecinal.

En otra escala, ADIF, Administrador de las infraestructuras ferroviarias que detenta la titularidad de la venta de billetes en las estaciones desde que en el ferrocarril se segregaron las operaciones y las infraestructuras, que cuenta con aproximadamente 15.000 empleados ha tenido que cerrar dos tardes su taquilla de venta de billetes en la capital ferrolana –casi 80.000 hab- por enfermedad de su empleado. Rocambolesco o para echarse a llorar. Difícil quitarse los muchos sambenitos del tren con experiencias como ésta.

Cuando ocurren estas cosas suelo acordarme de aquel opúsculo económico del gran economista alemán Ernst Friedrich Schumacher (1911–1977) titulado “Lo pequeño es hermoso”, cuya lectura aconsejo vivamente no sólo a los iniciados en economía –que suelen desconocer su existencia- sino a todo el público en general. Lo grande, a menudo, lo engulle todo. Por cierto, ¿cobrar gastos de gestión .... en base a qué?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ni en Vietnam pasarian esas cosas