13 mayo, 2020

Las crisis, ¿una oportunidad para redescubrir lo rural?

He titulado redescubrir y no repoblar, o revitalizar, o resurgir, porque esta tarea tiene mucho de descubrimiento de unos valores que caracterizan a unas tierras todavía ignotas para muchos ciudadanos de hoy, al mejor estilo de lo que llevaron a cabo aquellos extremeños, castellanos, vascos, etc en tierras del entonces ultramar. Luego vendrá, o no, el resurgir, repoblar y demás infinitivos que queramos aplicar.



La crisis sanitaria y la crisis económica nos ha dejado dos cosas claras: que el confinamiento en el campo es mucho más llevadero y que el campo, lo rural, nos protege más y mejor del virus maldito y de las crisis económicas porque al menos tenemos algo que llevar al puchero cotidiano. Todo ello, sin entrar en otras categorías más elevadas de calidad de vida, salubridad y lo que antaño se decía del aire puro y fresco.

Sobre la índole del problema de lo rural: ¿qué fue antes el huevo o la gallina?

Solemos poner el foco en la despoblación y por ende en sus efectos territoriales, pero solemos olvidarnos del pecado original que es de índole económica. Es cierto que sin población no hay recuperación rural, pero para que se den ambas es imprescindible una base económica  suficiente.

Sin actividad económica previa, sin producción que vender que se transforme en ingresos para los residentes en estas zonas deprimidas, no es posible primero atraer y luego fijar población. Hoy día y máxime consecuencia de esta crisis, una parte de los "repobladores" que podríamos denominar como aquellos colonos "pioneros" del lejano oeste de las películas, serían los jóvenes teletrabajadores, que actuarían a la vez de dinamizadores de la nueva economía y cultura rural.

A mi entender, más que un problema territorial, la despoblación rural es la consecuencia de un problema económico y baja productividad secular del campo español, que ha derivado en un problema territorial y no el único, aunque sí el más perceptible. Para solucionar el problema es necesario atacar su causa principal.

En España, la revolución industrial, mejor la industrialización, fue escasa y tardía, frente a la de países europeos de tradición anglosajona y calvinista. Sólo en la segunda mitad del s.XIX y primeros años del s. XX se lleva acabo una industrialización sidero metalúrgica, minera y textil de cierto calado y el ferrocarril se va extendiendo, bajo un esquema centralista, hacia las zonas más industrializadas.

Mientras, el campo con muy bajas productividades y prácticas y manejos medievales por no decir neolíticos, sostenía una población excedentaria y en general bastante depauperada. Ello provocó el estallido de una primera emigración a las antiguas provincias de ultramar, más tardíamemte a Argentina, Uruguay, Venezuela, etc.

Pero la emigración masiva del campo fue la emigración que se produjo a partir de los años 50 a las principales capitales fabriles y las que ya se perfilaban como centros administrativos y de servicios y a Europa (Alemania, Francia, Suiza, etc).

De ahí, se derivó un problema territorial, agravado por otra circunstancia: que la falta de mano de obra que provocó la emigración rural tardó al menos dos décadas en ser suplida por una tecnificación y la aplicación de tecnologías agrarias aunque de forma insuficiente por la imposibilidad de extender la concentración parcelaria en muchas zonas del país. Solo tardíamente se empezaron a aplicar en el levante español y en los regadíos que posibilitó la política hidráulica de los gobiernos de Franco.

Prefiero por tanto no hablar tanto de la despoblación como un problema territorial, sino de enfrentar el grave problema económico rural como única solución para un efectivo y duradero repoblamiento rural.

¿Planificación o mercado?

La planificación económica fracasó con el franquismo y la territorial con la transición y la partitocracia. Según mi criterio, las acciones públicas sólo deben actuar a modo de detonadores e impulsoras de las actividades productivas y soy más partidario de actuar mediante medidas fiscales incentivadoras, dotación muy selectiva de equipamiento social y vaciando de competencias y recursos a las autonomías para traspasarlos al último escalón, ayuntamientos y mancomunidades.

Las subvenciones públicas, sólo las necesarias, destinadas a proveer políticas selectivas de equipamiento y para el despegue de proyectos cuantificables, según lo dicho, dirigidos por la iniciativa privada. En definitiva, colaboración pública privada bajo un papel subsidiario de lo público. La planificación pública, la historia lo demuestra, no lleva a ningún sitio.

Imprescindible para acometer el problema: un nuevo mapa municipal con una reducción drástica de ayuntamientos

Lo primero, primerísimo que hay que hacer para llevar a cabo actuaciones públicas y de mercado sobre el espacio rural es una drástica reducción y agrupación de municipios con criterios de homogeneidad que reduzca los más de 8.200 de la actualidad, a no más de 2500-3000, a fin de dotarlos de capacidad financiera suficiente y de economías de escala. En segundo lugar, potenciar el mancomunalismo entre estos nuevos municipios para suprimir gasto disperso, concentrando servicios y simplificando los canales administrativos de cara al ciudadano.

Sobre la selección y zonificación de áreas despobladas.

Previamente hay que distinguir dos cosas:

Una cosa es la diferente tipología de las áreas rurales (no sólo despobladas) que a mi juicio debe hacerse en base a la homogeneidad y vocación productiva de comarcas naturales (de bosque -de montaña y alta montaña-, ganaderas, secano de base cerealística, dehesa, regadío, hortofrutícolas, etc) que tienen bases productivas diferentes y requieren de distintos tamaños de explotaciones y distintas técnicas agrarias, etc.

Otro tema diferente, es la unidad de intervención que debe ser la agrupación supramucicipal y el mancomunamiento de servicios y canales de comercialización de las distintas producciones, dentro de cada espacio comarcal natural, que ya hemos mencionado.

Por lo tanto, a mi me parece que una zonificación de AD debe tomar como punto de partida las comarcas naturales sobre la base administrativa de la nueva municipalización. No deberían tener por qué obedecer a límites provinciales, aunque sería conveniente respetasen los autonómicos. Insisto, en que muchas competencias autonómicas relacionadas con el desarrollo rural, equipamientos, acción social, etc deberían ser transferidas a los ayuntamientos. El órgano admvo coordinador podría residir en la Federación de Municipios y Provincias.

Algunos retos a acometer: Qué hacer y cómo, acciones de más a menos fáciles de llevar a cabo

1. Una nueva base municipal (concentración)

2. Zonificación en base a homogeneidades naturales y productivas.

3. Concentración de servicios y equipamientos en cabeceras

4. Concentración de unidades productivas de cierto tamaño y escala

5. Incentivos fiscales y financieros a la producción

6. Comercialización de la producción mediante canales directos, además de las cadenas de distribución convencionales.

7. Traspaso de competencias de las autonomías a los macro municipios (resistencias políticas)

8. ( Lo muy difícil) Recuperar base poblacional suficiente y joven.

¿Puede ser esta crisis una oportunidad para paliar el despoblamiento y potenciar la producción rural?

Opino que sí. Un efecto positivo que podría tener esta crisis sanitaria y económica podría ser el regreso al campo de personas jóvenes que de otra manera se verán abocadas al desempleo, mediante incentivos, políticas de alojamiento mejorando el parque inmobiliario municipal y la potenciación de explotaciones familiares, agrupadas en unidades más grandes (cooperativas).

Esta crisis ha demostrado dos cosas: una, que el teletrabajo es posible en un porcentaje mucho más alto del que el que hasta ahora se ha venido practicando y dos, que también es posible una escuela y una instrucción telemáticas, complementaria de una presencial más reducida. Sólo se necesitaría ampliar y mejorar la cobertura espacial y la robustez telemática de estas zonas.

También esta crisis ha contribuido a crear y valorar en la población la importancia de poder acceder sin trabas a un abastecimiento alimentario natural, barato y de cuño familiar.

Otro tanto puede decirse de las ventajas de olvidarse de las aglomeraciones y atascos cotidianos de las grandes ciudades y poder desarrollar un transporte cómodo y rentable en tiempo y dinero.

Quizá estemos en el umbral de la quiebra de un modelo urbano agotado en si mismo que ha mostrado que las economías de aglomeración se pueden tornar no ya en deseconomías sino en una catástrofe planetaria porque un virus se haya escapado de un laboratorio.

Estas son, al menos, sólo algunas cosas positivas que nos ha enseñado y enseñará la crisis que pueden crear y fomentar una conciencia social de retorno al campo para hacer frente a un modelo globalizado cada vez más injusto, vulnerable, frágil y con poco  futuro.

5 comentarios:

Anónimo dijo...


Hay personas que, mucho antes de la pandemia, han buscado una residencia rural para abandonar la gran urbe, incluido un trabajo bien pagado. Han perdido estatus, han ganado calidad de vida, con un trabajo peor retribuido, asumiendo su completa autonomía. Es una solución individual, porque si el gobierno interviniese de cualquier manera, el resultado sería nefasto, porque ni por equivocación podrán parecerse a Baltasar Gaspar Melchor María de Jovellanos. Las grandes multinacionales han acaparado el monopolio del cultivo con sus semillas modificadas, con sus ventas de productos agrícolas, no es rentable sembrar, cultivar, salvo para pequeños autoabastecimientos y siempre que no compitan con las grandes marcas. Una leche recién ordeñada, un pan de harina auténtica de cereal, unos tomates con olor y sabor, unas patatas, o unos trozos de carne de una res alimentada en unas praderas propias y no con piensos... son manjares que dan calidad de vida y no se encuentran con facilidad en una gran ciudad, pero que en la mayoría de las zonas rurales se puede disfrutar de manera habitual.

Anónimo dijo...

Lo rural, como ocio, siempre resulta bucólico y casi idílico para los momentos de ocio. El campo es la principal fuente de alimentos, que si no son de nuestro país, se han de importar de otros países. Trabajar el campo siempre ha sido muy esclavo y siempre expuesto a la inconstancia climatológica y a otros riesgos que muchas veces no cubren los seguros agrarios y ganaderos. En 2019 las importaciones en España crecieron un 0,47% respecto al año anterior. España compra más de lo que vende. Las compras al exterior representan el 26,69% de su PIB, por lo que se encuentra en el puesto 68, de 191 países, del ranking de importaciones respecto al PIB, ordenado de menor a mayor porcentaje (no se si es más barato importar que producir) pero se menosprecia mano de obra que puede reducir la cifra de paro y las subvenciones. Subvencionar las películas de Almodovar puede ser muy adecuado para la industria del cine; perder nuestro aceite de oliva, nuestro jamón ibérico, nuestro arroz, nuestras naranjas, nuestro trigo... igual es peor para el bienestar de los ciudadanos. Los de la ceja pueden hacerle propaganda al gobierno y los del campo alimentan nuestros estómagos. Podemos vivir sin ir al cine, sin comprar música, libros... pero no podemos vivir sin comer hortalizas, huevos, fruta, carne... y todo esto hace falta cultivarlo, o comprarlo de fuera. Y en vez de jamón ibérico nos dan mangalica a precio de ibérico y en vez de aceite de oliva nos dan aceite de colza, por ejemplo.

Anónimo dijo...

El Gobierno de Sánchez e Iglesias tiene indignados a la mayor parte de los sectores de la economía española.
El campo español está sufriendo una grave crisis por la falta de mano de obra en plena pandemia. El Gobierno, de lo que tendría que encargarse, es de tramitar con celeridad los contratos para que la cantidad de demandantes de empleo que hay para trabajar en la agricultura puedan incorporarse y así, no se pierdan las cosechas.
La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de Andalucía ha mostrado su "perplejidad y disgusto" ante la campaña "tóxica" de inspección extraordinaria que va a poner en marcha este mes el Ministerio de Trabajo y Economía Social para tratar de detectar casos de "esclavitud o prácticas similares" en explotaciones agrícolas de Andalucía.
En una nota de presa que desde COAG no se cuestiona ni el cumplimiento de la legislación laboral ni el funcionamiento de los cuerpos de inspección, "pero no podemos entender cómo desde el propio Gobierno se pueda trasladar la idea de una situación generalizada de maltrato al trabajador cuando los casos, si existen como tal, son muy aislados, existiendo además vías administrativas y jurídicas para erradicarlos, por lo que no se justifica un plan extraordinario".
Finalmente, ha advertido que "lo que no puede el Gobierno es confundir asentamientos de inmigrantes irregulares con la cuestión laboral agraria". "Se trata de un problema que tiene el Gobierno y la Junta de Andalucía, que deben resolver ellos y no endosárnoslo a los agricultores. Que se arremanguen y lo resuelvan", ha concluido.

Anónimo dijo...

El turismo de proximidad ‘post Covid-19’ contagia de optimismo a concesionarios, autopistas y estaciones de servicio. En coche, a una casa rural y sin salir del país: así se prepara el turismo nacional para el verano. Las casas rurales se han convertido en reclamo por el menor índice de contacto con el resto de población.
El turismo de cercanía y el turismo interior y rural ya experimentan incrementos en las reservas. “Hemos recibido muchas llamadas y las reservas se empiezan a acumular” recalca el dueño de un complejo de casas rurales en plena Región de Murcia.
El auge del turismo rural a consecuencia del coronavirus trae consigo un empujón a la España Vaciada. “Tenemos ilusión de que la España olvidada pueda ser reclamo de turismo, a pesar de que sea por una consecuencia negativa”, señala la presidenta de la Asociación Española Contra la Despoblación. La portavoz subraya que “estamos ante la oportunidad de conocer los territorios desconocidos” que están a escasos kilómetros de nuestras casas. La España Vaciada ve un gran potencial en el turismo rural, pero avisa de las precauciones a tomar para evitar contagios entre la población. “En los pueblos del interior de España, la edad media es alta y son población de riesgo”.
Y con un turismo nacional, las carreteras españolas se preparan para incrementar el tráfico tras meses con una circulación por debajo del 10%.
Los concesionarios que están en las provincias de la fase 1 ya han abierto sus puertas y el sector prepara grandes descuentos en la adquisición de automóviles. Con la llegada del verano, el sector ve una buena oportunidad para renovar la flota, atisbando un turismo nacional.

Anónimo dijo...


Se dispara el interés por comprar aldeas abandonadas: “La gente quiere irse de la ciudad ya”.
Abrir la puerta de casa y ver un gran jardín. Respirar aire puro. Escuchar el canto de los pájaros. Es lo que ansían muchos españoles tras el confinamiento forzoso. El encierro ha provocado un cambio de mentalidad, de prioridades. Y el dejar la ciudad para vivir en el rural es una de ellas. “La gente quiere espacios más abiertos, con mucha tierra, con mucho campo. Incluso, lugares con varias edificaciones, con tres o cuatro casas, ya no solo para vivir, sino para ejecutar algún negocio”, explica la gerente de la inmobiliaria Aldeas Abandonadas. “Durante estos dos meses hemos trabajado al 100%. Las demandas han sido una locura, sobre todo de familias con niños, empresarios con negocios pequeños, jubilados que ya no quieren vivir en las ciudades”, asegura. Se trata de personas que buscan ganar metros cuadrados y optar por un modo de vida más pausado. En algunos casos, tienen en mente proyectos para emprender negocios agrícolas, ganaderos o de turismo rural. “Les asesoramos qué propiedad es mejor y nos aseguramos de que ese negocio puede llevarse a cabo”, comenta. Pero también detectan casos de personas que quieren teletrabajar desde un ambiente más tranquilo. “Lo que buscan son viviendas con mucho espacio, como antiguamente. Quieren tener una alternativa de trabajo en su propia casa”, añade. “Hay mucha gente que llama, pero nada es lo mismo. Estamos recibiendo muchas llamadas de socorro, de ayuda, de personas que viven en un piso o en un apartamento, se han quedado sin trabajo y sueñan con poder iniciar una nueva vida en el campo”, comenta.“Tengo un arquitecto que está en Extremadura y está deseando que permitan moverse entre provincias para venirse a Galicia y comprarse una ruina para empezar, a sus setenta y pico años, de cero. Gente de Valencia que había estado aquí antes del confinamiento y que ha decidido comprar ahora la propiedad”, concluye.