18 mayo, 2021

Solo el 25% de las vías gallegas serán de auténtica AV

 

Después de años de espera es probable que en otoño se inaugure el último tramo Pedralba de la Pradería-Ourense que culminará la conexión en AV entre Madrid-Ourense-Santiago, sin olvidar que la desastrosa planificación y gestión en la construcción de esta línea ha costado 81 personas fallecidas y 144 heridas.


Pero, una cosa es que a Ourense lleguen trenes de AV y otra, el resto de vías y trenes que lleguen al resto de las capitales y circulen por el territorio gallego. Porque a partir de Ourense la AV llegará a Santiago y queda en el aire si algún día el llamado Eje Atlántico (Ferrol-Vigo-frontera portuguesa) pase de velocidad máxima de 200 a 300 km/h, cosa poco, o nada probable. Esto permite decir que en Galicia van a convivir, con mucha suerte, la alta velocidad y lo que se denomina velocidad alta.

A día de hoy la situación es bastante distinta, con todo tipo de velocidades máximas  desde 90 km/h hasta los 300 km/h de Ourense a Santiago, situación no solo debida a la difícil orografía de muchos de sus tramos sino, sobre todo, a la ausencia histórica de inversiones a fin de adaptar progresivamente las originales a unas infraestructuras modernas, acordes a las existentes en la mayoría de las regiones españolas.

El esquema que acompaña estas líneas muestra las velocidades máximas autorizadas en cada línea y tramos de la red ferroviaria gallega actual. Conviene aclarar que se trata de velocidades máximas, siempre superiores a las velocidades medias y, por supuesto, a las velocidades comerciales que son las que determinan los tiempos de viaje que figuran en la información a los viajeros.

La realidad de la red ferroviaria gallega no está a la altura de la mayoría de las vías españolas y ni mucho menos del siglo XXI. Las principales características son las siguientes:

Se trata de una red dual en cuanto a las prestaciones ya que en ella conviven no sólo vías convencionales con vías de AV, sino que conviven velocidades que no alcanzan los 100 km/h, con la alta velocidad del tramo Ourense-Santiago, con velocidad máxima de hasta 300 km/h.

Hasta el momento actual, la única línea de alta velocidad gallega es esta última, ya que la infraestructura tan promocionada por las autoridades ministeriales denominado Eje Atlántico de A Coruña a Vigo, hasta ahora solamente alcanza velocidades máximas de 200 km/h, con algunos tramos de velocidades inferiores, lo que deteriora a la baja la velocidad comercial media en todo el Eje. De ninguna manera puede considerarse como una vía de alta velocidad una infraestructura que no permite velocidades superiores a 200 km/h. Otra cosa, es que en un futuro puede ser adaptada a velocidades superiores.

Se trata también, como ya he dicho en este medio, de una red espacialmente dual, con dos tipos de infraestructuras que dibujan dos ferrocarriles gallegos en lo que a calidad se refiere: por un lado a las líneas del sur y el este de la Comunidad con las menores prestaciones de velocidades, electrificación y con más tramos de vía única y por tanto los más bajos tiempos de viaje y, por otro, la "T" que conforma la línea central de AV (Ourense-Santiago) y el Eje Atlántico de velocidad alta (A Coruña-Vigo), que detentan las mayores velocidades, electrificación y tiempos de viaje más competitivos.

En este sentido, todavía pervive sin electrificar y en vía única todo el arco del este, desde Monforte de Lemos a A Coruña/Ferrol, para el que está prevista la electrificación hasta Lugo, un nuevo túnel del Oural, junto con otras obras en el tramo Ourense Monforte, para acomodar este tramo a velocidad máxima de 200 km/h. Para nada se contempla, al menos a corto-medio plazo, la duplicación de vía lo que conlleva importantes limitaciones para la explotación de la línea, sobre todo en el número de frecuencia de trenes.

De los  aproximadamente 850 km de vías que tiene Galicia, solo  en torno a 190 km serán de alta velocidad una vez que a finales de año se abra al tráfico la llegada a Ourense de la línea con origen en Madrid, ya que hoy por hoy, ni el Eje Atlántico con velocidades máximas autorizadas de 200 km/h, ni las que están programadas para ser de adaptadas a esta velocidad deben ser consideradas técnicamente como vías de alta velocidad, ni está previsto lo sean en un futuro próximo.

Como conclusión, el futuro sistema ferroviario gallego seguirá adoleciendo de déficits de calidad que, aunque minorados en relación con los actuales, todavía serán importantes en relación con las infraestructuras ferroviarias de la mayoría del resto de regiones españolas, sobre todo en lo que a velocidad se refiere. Buena parte de que ello sea así se debe a una nefasta planificación y, sobre todo, a una negligente voluntad política de todos los gobiernos de España, que desde hace más de cuatro lustros han detentado el poder, fuesen del signo que fuesen.

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