14 abril, 2021

Pandemia, RENFE y ADIF: ¿Dónde están los gestores?

 Solemos decir, y decimos mal, que la movilidad ha caído por la pandemia. No es exacto, la movilidad se ha desmoronado por las medidas adoptadas por las autoridades para combatir la pandemia. Y si éstas hubiesen sido otras, los efectos sobre la movilidad hubiesen sido otros, a pesar de la pandemia. Existe un problema sanitario planetario, pero existen muchas y diferentes formas de gestionarlo.


Consejeros de RENFE y ADIF, con sus presidentes, reunidos con el ministro Ábalos


Las medidas anti pandemia y el derrumbe de la movilidad van para largo con una alta probabilidad de ser así. Mes tras mes, desde Marzo de 2020, superados los catastróficos meses de Marzo y Abril de dicho año, prosiguen las cifras que sitúan a la movilidad en general en el 50% de la movilidad que había antes de la pandemia.

La caída de la movilidad no es homogénea en todos los ámbitos. A mayor radio de distancia, mayor caída. Así, las cercanías, tanto las ferroviarias como las de autobús, caen menos que la caída que se observa en las distancias medias y éstas, a su vez, que las de larga distancia. Por otro lado, el tráfico aéreo peninsular es el modo que registra una mayor caída, superior a los terrestres y dentro de estos, el ferrocarril es el que cae en mayor medida.

Como ya hemos comentado en ocasiones anteriores, al menos RENFE, la operadora pública, parece no haberse enterado de la nueva situación y el nuevo escenario que tiene todos los visos de quedarse por no poco tiempo.

RENFE ha perdido más de la mitad de los viajeros que transportaba en 2019, pero sus gestores y el ministro que la tutela parecen no haberse enterado de lo que se dio en llamar "la nueva normalidad", que no es otra cosa que la debacle más absoluta.

Se siguen comprando trenes, se siguen reponiendo y más las plantillas, máxime cuando está a punto de inaugurarse un nuevo marco de liberalización, con dos nuevos operadores. Todo se queda en eslóganes comerciales, pero nada en medidas de auténtica gestión acordes con los tiempos de recesión grave en que vivimos.

De ello, tienen la culpa tanto los burócratas del ministerio de Transportes, alejados de la realidad como suele ser habitual, como la cúpula dirigente de la compañía y su consejo de administración, ambos cooptados por políticos sin oficio ni beneficio por regla general, sindicatos incluidos, que se sientan una vez al mes el la Caracola 5 de Chamartín, cobran su dieta de asistencia y si te he visto, no me acuerdo. En él se sienta desde un director general, hasta un portero de local de ocio nocturno. Este es el pelaje de los que debían ser unos gestores experimentados, sabedores de lo que se traen entre manos.

Lo que también ocurre es que carecen de libertad para poder desbarrar o acertar, ya que se limitan a ser la voz de su amo y a cumplir obedientemente lo que les dicen que deben opinar, hacer y votar. Los que mandan y opinan son, como casi siempre en las administraciones trufadas de políticos, los políticos. Su papel se ve reducido a ser un mero aprisco de borregos, que balan cuando y lo que se les ordena.

No olvidamos que cualquier decisión de nuestros políticos tiene su reflejo en el presupuesto y que apostar por no hacer nada frente a la crisis, o hacer cosas contrarias al más elemental sentido común, supone apostar por más déficit del que sería asumible, déficit y errores que hemos de enfrentar y pagar de nuestros bolsillos ya de por sí harto exhaustos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Los pañales y los políticos se han de cambiar a menudo… y por idénticos motivos. Bernard Shaw?

Anónimo dijo...

Estamos viendo cómo son nuestros políticos, que son los que gestionan la vida de la polis, qué preparación tienen, qué intereses les motivan, qué resultados obtienen... y vemos a quien colocan para gestionar los organismos públicos, gente zafia, que no tienen preparación para ese cargo, que no les importa una mie... ni la visión, ni la misión, ni los valores de la empresa que les paga, que al final pagamos todos los contribuyentes. Y no hay nadie que les pida responsabilidades. Esta gente acaba con todos los buenos profesionales y arruina todas las empresas públicas. Quizá sea su objetivo: en el país de los ciegos... y de los sordos... y de los mudos, los gestores hacen y deshacen a su antojo y las más de las veces no repercute en el beneficio a la comunidad. Ejemplos hay en todos los noticiarios de todos los días, incluidos los de las empresas pagadas por el gobierno para que digan lo que el gobierno quiere que digan. Los resultados los estamos viendo y aún así hay gente que quiere que perdure esta situación, porque disfruta de un cierto confort que no se dan cuenta que así lo va a perder. No es el progreso, es la mala gestión.

Anónimo dijo...

Cuando hay problemas, los malos gestores desaparecen voluntariamente. Y es lógico, aparte de que no tienen respuestas que aporten soluciones, les van a decir lo ineptos que son, son 'hombres' de paja puestos para cobrar un buen sueldo (mujeres también hay ¿por aquello de la igualdad? ¿o por el padrino que la puso a dedo?). Para técnico no vale cualquiera, ya sea para arreglar coches, para pilotar aviones, para extirpar un apéndice vermicular... pero para gestionar una gran empresa pública parece que vale cualquier hijo de vecino sin una mínima preparación específica en esa materia ¿Alguno de estos gestores de pacotilla se pondría en manos de un Mesto para que le realice una simple vasectomía, o un aumento de mama, si es gestora?

Anónimo dijo...

Si hay algo peor que un gestor que no se sepa dónde está, es un gestor mentiroso, un gestor que de falsas expectativas, un gestor que haga el paripé. La culpa es de todos los que consienten a todos estos advenedizos en un cargo. Los sindicatos son muchas veces parte de la empresa para manejar a los trabajadores, luego ellos no van a oponerse a los malos gestores, no van protestar, no van a convocar huelgas para alcanzar la optimización del trabajo. Y si los obreros trabajan bien, los gestores serán gratificados, aunque no se hayan implicado en la producción. Es un problema que no se resuelve eliminando a un fulano de un cargo: son muchos fulanos en muchos cargos los que habría que eliminar, es un problema que quizá se resolviese cambiando el sistema de raíz, cambiando la mentalidad de los niños en las familias, en las escuelas, rompiendo los círculos viciosos de intereses creados, de enchufismo, de clientelismo, de servilismo y lameculeo.