04 enero, 2021

ADIF, o la deuda que no cesa

 

O también podríamos decir emulando a los Marx, los del sketch del tren, no el del comunismo, aquello de "madera, más madera" en que para que el tren siguiese avanzando, la caldera iba devorando la madera de los vagones.

De nuevo, más endeudamiento para más líneas AVEs. La eterna canción que parece no tener fin. Desde que, hecha la ley, hecha la trampa, en vez de deuda con cargo a los Presupuestos, deuda con cargo a Adif. Como si no fuese lo mismo, pura trampa en el solitario, ya que a fin de cuentas, cada cierto tiempo el estado tiene que hacer borrón y cuenta nueva. Y vuelta a empezar. Es engañarse asimismo, mejor dicho, a nosotros mismos, los contribuyentes. Porque los contribuyentes somos quienes pagamos las deudas, sean de Adif, sean del estado, o del sursuncorda.

Adif prevé que la deuda del organismo público crezca en este recién estrenado 2021 desde 16.084 millones de euros en la actualidad hasta 19.409 millones. Nada más y nada menos que 3.325 millones más. Como si este año y venideros no vayan a ser el llanto y el crujir de dientes. Y el gobierno haciendo vías que demandarán más trenes para los que no habrá viajeros porque no tendremos dinero, ni para comer.

Según informa el digital Vozpópuli, Adif ha encargado a Watson Farley & Williams (WFW), un despacho de abogados británico, el andamiaje legal para lanzar una nueva emisión de deuda que, en principio, está prevista para el próximo mes de enero. El objetivo: financiar sus actividades de construcción, mantenimiento y renovación de las líneas de Alta Velocidad Española (AVE). Eso sí, se trata de deuda "verde" como si este latiguillo muy de moda eximiese del pecado de tener que endeudarse, de endeudarnos a todos. El asesoramiento tendrá un coste estimado en 572.000 euros, abonables en dos años, que también saldrán de nuestro ya tieso peculio.

El sentido común ha saltado por los aires. Vivimos en una constante huida adelante en todos los ámbitos y, desgraciadamente también en el ferrocarril. Tendremos vías y trenes, pero no viajeros. Lamentable, pero previsible.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

'Todo para el pueblo, pero sin el pueblo'. La máquina devoradora de carbón es la política, que devora con impuestos al pueblo, para enriquecer a todos esos enchufados a dedo, a costa de todos los contribuyentes, aunque al final a éstos no se les beneficie en nada. Las obras del Estado benefician a mucha gente, pero muchas obras sólo son un gasto sin que aporten una mejoría en la calidad de vida. Es la política de la igualdad: Extremadura y igual que Cataluña?

Anónimo dijo...

En los tiempos que corren no es la decisión más 'inteligente' el gasto en ferrocarril y menos cuando hay obras que llevan años empezadas y no se sabe la fecha de finalización. Para estas obras no hay dinero, ni ganas. Pero recordemos las obras del Carmelo, que independientemente del peligro de hundimiento, lo que le importaba a los políticos era el famoso ¿3%? de comisión, que ocasionó el racaneo en los materiales, para compensar y que provocó el hundimiento. Y después de 15 años del desastre, no hay culpable. ¿Se entiende ahora lo mucho que le interesan las obras a algunos? Y no digamos nadas de la comisión del ex-rey con el Ave de Arabia. Y así, una lista muy larga.

Anónimo dijo...

Podemos plantea un «Tinder del trabajo» que asigne el empleo público y privado sin evaluar el curriculum, según explica OK Diario. El Tinder laboral de Podemos quiere asignar los puestos de trabajo públicos y privados saltándose el mérito y la libertad de los empresarios para elegir a quien prefieran. Quieren llegar a la nacionalización masiva de la industria: “La única forma de recuperar el control democrático de las plataformas industriales es la propiedad colectiva de estas infraestructuras por parte de las trabajadoras y trabajadores, quienes deben tener la capacidad de organizarse en distintos Consejos para diseñar la producción”, señala el documento de trabajo sobre la ‘Economía Política del Capitalismo Digital en España’ elaborado por la fundación de Podemos. Nada debe dejarse a la libertad de consumidores y empresarios. Todo debe ser controlado por los sistemas comunistas de planificación de la economía y de colectivización de la productividad.
A partir de aquí, el gasto público (y también privado) va a estar mucho mejor justificado. Y en vez de formarse profesionalmente, mejor apuntarse al partido.