El pasado día 1, el británico Geoffrey Hinton sorprendió al mundo al renunciar a su trabajo en Google después de más de 10 años.
El revuelo mediático que le llevó a ocupar las portadas de la BBC, New York Times o The Guardian está justificado. No solo por ser uno de los padres de la Inteligencia Artificial -hoy en alza con el ChatGPT de Microsoft o el Sparrow de Google- sino especialmente por su convencimiento de que, de no poner freno a estos sistemas, las consecuencias podrían ser devastadoras.Hinton no pretende ser catastrofista. Él mismo considera que la Inteligencia Artificial será "extremadamente beneficiosa" en lo relativo a la investigación científica y sanitaria, y comparte su convencimiento de que "a corto plazo" se obtendrán "muchos más beneficios que riesgos".
En este sentido, el científico se muestra "desalentado" y no duda en afirmar que siente "miedo": "He cambiado de opinión sobre si estas herramientas van a ser más inteligentes que nosotros. Creo que ahora están muy cerca de serlo. ¿Cómo sobreviviremos a eso?".
Hinton afirma que los riesgos de la Inteligencia Artificial a largo plazo, en "el peor de los casos" podría ser su uso con fines bélicos, dando a los robots "la capacidad de crear sus propios objetivos" y "subobjetivos".
El peligro, entonces, no sería tanto la Inteligencia Artificial en sí misma, sino la ausencia de límites a la misma. Por ello Hinton se dedica a concienciar a quienes están involucrados en la IA para que se aseguren que "si desarrollan cosas más inteligentes [que las personas], tomen el control".
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