19 septiembre, 2009

PODER, INTERNET Y CULTURA DEL OCIO


Por
Ciudadano A

Desde hace unos años somos afortunados asistiendo a unos de los más importantes avances en herramientas para la comunicación: la popularidad del teléfono móvil y la accesibilidad a Internet. Con el teléfono sin hilos estamos en disposición de comunicar en la mayoría de lugares…-recuérdense las llamadas desde los aviones atentados del 11S en América y la convocatoria del 13M en Madrid, aparte de innumerables alarmas, que han concluido con exitosos rescates-. Internet, como herramienta, democratiza la comunicación y la desvincula de los grandes grupos de distribución de información y noticias: con la misma celeridad del teletipo, se lanzan las comunicaciones desde los Blog’s de ‘la gran telaraña’ y poco se puede controlar, tanto por los Gobiernos como por sus ‘delegados’. Y entre todos configuramos ‘la aldea global’.

La tentación de participar en ‘la comunicación global’, es grande y tanto jóvenes como mayores se enganchan a Internet, que se aleja cada día más del control que ejerce, hasta ahora la ‘función informativa’ de la televisión. Quieren ser ellos, -no las agencias de noticias, sino los ciudadanos- los que elijan su escala de acontecimientos noticiosos y son ellos, con sus comentarios, los que insertan sus puntos de vista, sus opiniones. La concepción del mundo cambia, cambia la razón que da –daba- sentido al poder.

El poder tiene miedo de Internet. Aunque los ciudadanos hacen un uso instrumental y poco ideológico de Internet, el poder sabe que este ‘instrumento’ de comunicación se puede volver contra él. De los mayores de 55 años, solo el 9% sabe manejar Internet, mientras el 90% de los jóvenes menores de 24 años son asiduos usuarios de Internet: si ellos se organizasen… el poder cambiaría de manos.

Internet es un caos: "La ausencia de regulación gubernativa de los contenidos de Internet ha producido, incuestionablemente, una especie de caos, pero lo que ha hecho de Internet un éxito es el caos que representa. La fuerza de Internet es ese caos. De la misma forma que la fuerza de Internet es el caos, la fuerza de nuestra libertad depende del caos y de la cacofonía de la expresión sin trabas que protege la Primera Enmienda. Por estas razones, sin dudarlo, considero que la Ley de Decencia en las Comunicaciones es prima facie inconstitucional." Así se protegió una libertad amenazada por una Administración que, pese a sus declaraciones en favor de Internet, siempre desconfió, como la mayoría de los gobiernos, de la libre expresión y autoorganización de los ciudadanos (http://www.eff.org/). Los censores tienen, sin embargo, el recurso de desconectar el servidor, de penalizar a sus administradores o de identificar el origen o al receptor de un mensaje no permitido y reprimirlo individualmente. Eso es lo que hacen los chinos, los malasios, los singapureanos y tantos otros, asiduamente, y eso es lo que pretende la legislación que se propone en algunos países europeos, España entre otros.

Los jóvenes están cambiando sus relaciones personales debido al uso de Internet, están cambiando sus relaciones comerciales y hasta sus relaciones laborales. A través del teletrabajo se va a cambiar más aún la estructura laboral de la empresa. La herramienta ya está desarrollada, ahora hay que darle posibilidades. La verdadera revolución informática es que no se discrimine a nadie más que por su saber hacer y sus ganas. Sin peligro de que siempre será necesario un mecánico que nos arregle el coche…, pero incluso en la medicina, reduciremos las visitas al médico, que nos diagnosticará a distancia, sin riesgo de que le contagiemos nuestros virus. Nuestra sociedad está aprovisionando ahora nuestra cultura del ocio del mañana. Será un panorama bastante idílico, si los que están en el poder no nos lo joden.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues a ver si toman ejemplo los empresarios, de las empresas que ya le dan la posibilidad a sus empleados de trabajar desde casa. Quizás los jefes no se sientan tan jefes al no ver a tanto subordinado a su servicio. Aparte de ciertas empresas más vanguardistas, también hay determinadas profesiones en las que poco importa la ubicación del trabajador, que manda su trabajo por vía telemática, a otro ordenador, que puede estar al otro lado del mundo. También afectará el teletrabajo al transporte urbano, que se liberaría de mucha gente que va a trabajar a una oficina, el resto de los transportistas lo agradecería, el Estado quizás no, porque vendería menos gasolina, pero tendríamos a cambio, una atmósfera más limpia, con menos CO2. ¿Y por qué no toma la iniciativa el Estado y permite a los funcionarios, -que no tienen que estar en un determinado sitio a una determinada hora- trabajar desde casa? Se ahorraría en edificios, en electricidad, en mobiliario, en aire acondicionado y calefacción, en limpieza, aparte de lo que puedan ahorrar los trabajadores en transporte y en tiempo.