A v(e)ueltas con la cultura de la sub(ave)nción
Era de esperar. Poco han tardado los autodenominados alcaldes de las ciudades AVE –dentro de un tiempo todos los alcaldes de capital de provincia y otro puñado más serán alcaldes de ciudades AVE- en constituirse en grupo de presión para solicitar canonjías en los precios de los servicios de alta velocidad o lo que es lo mismo, el descenso de precios y servicios bonificados al estilo de los servicios de cercanías. Entre ellos mismos se ponen de ejemplo. Que si en el Ave de Ciudad Real, que si el de Puertollano, que si Toledo ….. Los servicios AVANT –la AV de las medias distancias- son los servicios bonificados de RENFE Operadora. Lo que pasa es que ahora ya no se contentan con que los servicios AV de Media Distancia gocen de bonificaciones sino que esperan lograr que la AV de larga distancia tenga las mismas prebendas.
Esto es, ni más ni menos, que reclamar la vuelta a la cultura del déficit tradicional y de las JONS al estilo de la RENFE convencional, hecho que también ha denunciado nuestro colega ALTA VELOCIDAD [Un medio de transporte distinto]. Parece mentira que señores de este siglo, casi todos con carrera, elegidos –aunque impuestos por sus respectivos partidos- por los ciudadanos pretendan tamaño despropósito. Con el cuento de las ciudades AVE se esconde el afán de que la subvención les pague un rédito político respecto de sus conciudadanos y vender alta velocidad, barata paisa, barata.
En los tiempos que corren reclamar que un servicio ferroviario de alta velocidad sea sufragado, en parte, por el presupuesto es un despropósito que desautoriza como gestor a quien lo defienda. La alta velocidad ferroviaria, o es rentable, o no será. Pero no sólo eso, es que apelar a la subvención para sufragar el déficit de explotación de este tipo de servicios es apelar a una radical injusticia. Bastante ha dado el brazo a torcer la Administración del Estado, financiando parte de los servicios de Media Distancia. Los servicios de AV de media o corta distancia jamás serán equiparables a los servicios de cercanías tanto en la explotación como en su financiación. Financiar la explotación de la Alta Velocidad con fondos públicos es un sinsentido. Se ponga como se ponga quien se ponga. La tecnología ferroviaria nos traslada hoy a 350 km/h pero las neuronas de nuestros políticos viajan todavía en el tren de Arganda, que encima era de mercancías. Echen un vistazo a los precios de por ahí fuera. De Europa, sin ir más lejos.
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